miércoles, 31 de diciembre de 2008

La secta de los miserables

La navidad es la época del año en que esa institución sucia y opresora llamada Iglesia intensifica su campaña de intoxicación a las masas, la época en que la mentira hecha Historia se presenta en forma de tradición. Es en estas fechas cuando la Iglesia se empeña más en predicar amor y solidaridad, precisamente lo que les falta a los reaccionarios de sus representantes durante todo el año, lo que les falta también a los hipócritas de sus súbditos, en su mayoría seres individualistas, simplones y faltos del más mínimo ápice de conciencia social. Sí, los "moralistas" por antonomasia, los de las buenas obras en navidad, los que adoran a su familia, los del amor y la paz, representan el nihilismo más despreciable durante el resto del año.

Es increíble el cinismo que desprenden todos estos herederos de la Inquisición y los meapilas que los apoyan. A su vez, los segundos, esas almas cándidas, desarrollan un cinismo de segundo grado, pues se horrorizan con la más inofensiva crítica hacia la Iglesia, cuando ellos se saltan todos los días las exigencias menos amables de su religión, esto es: aman a Dios pero les gusta más follar. De la misma manera, asumen principios tales como la solidaridad, la caridad, el amor al prójimo, etc, pero se niegan a alinearse con movimientos socialistas revolucionarios, los cuales, mediante una transformación profunda de la sociedad, sí desean la consecución de la igualdad y la solidaridad en una comunidad de hombres libres. Pero no, para los seguidores de la secta es preferible la caridad, ya que, de esta manera, impiden un cambio drástico, mantienen en su miseria a todas aquellas almas de Dios susceptibles de ser ayudadas, para así seguir predicando caridad y poder perpetuar indefinidamente su Santa Estafa.

Lo peor de todo es que todavía nos mantienen sumidos en el tercermundismo cultural, pues es inconcebible que en una sociedad que se dice "desarrollada y democrática" parte del dinero público vaya destinado a financiar a la secta católica, de tradición franquista y criminal (valga la redundancia). Otro despropósito es que se imparta la asignatura de religión (no historia de las religiones, sino el dogma de una en particular) en los centros de enseñanza. O que los funerales de Estado sean religiosos, o que los cargos públicos juren su cargo con un crucifijo delante. Y todo esto bajo un Estado ¿¿aconfesional??

Luego algunos se quejarán de que durante la segunda República se quemasen iglesias. Yo, particularmente, no estoy de acuerdo con estas prácticas, pues algunas iglesias tienen un gran valor artístico y pueden ser utilizadas para otros fines más nobles y útiles para la sociedad. Por ello, creo que es bastante más razonable quemar a los propios obispos y demás escoria. Quizá esto no sea sufciente para acabar con la sumisión del hombre a su propia imaginación, pero al menos algunos pasaríamos un buen rato viendo arder a tanto hijo de dios.

domingo, 28 de diciembre de 2008

Crónica de la vuelta de SKA-P

Salimos del coche, avanzamos unos metros y allá a los vemos lejos aquel recinto que por esa noche iba a convertirse en el templo del ska y el punk: la Cubierta de Leganés. Ya en los aledaños se escuchan los primeros acordes, deben de ser los teloneros. Seguimos adelante y nos ponemos a la cola. Sí, esta vez había cola, uno detrás de otro; parece que tres años después, los seguidores de SKA-P hemos madurado.

Sin embargo, algunas cosas nunca cambian: litronas, cartones de vino, cristales, suelo pegaso y porros adornan el panorama. La gente, la misma, menos punkis quizás. Sí, esta vez abundan más los rojos de pelo alborotado y pañuelo palestino. Aquí ninguno vestimos de gala, el más guapo, yo. La cola avanza rápido, por lo que unos cuantos que estan tirados en el césped abandonan su momento de recreo y se unen a la gran fila que rodea media plaza.

Llegamos a la puerta, sacamos nuestra bonita entrada y se la ofrecemos al señor de seguridad. Pasa de la entrada y comienza a meternos mano. La seguridad del recinto se ha debido de tomar demasiado en serio aquello de sí señor, sí señor, somos la revolución, pero no es para tanto, los seguidores de SKA-P no somos peligrosos. Cuando el señor se asegura de que nos hemos dejado las navajas y las litronas fuera, nos deja pasar.

Una vez dentro, subimos por el tendido de la izquierda, no podía ser de otra manera. Mala suerte, no hay sitio, volvemos a bajar y accedemos por el tendido derecho, creo que el número 9, no sé. Ahora sí, dos sitios para nosotros, aquí que nos quedamos. Quedan dos horas y tan sólo un cuarto de la entrada queda por llenarse. Los primeros teloneros, Salida Nula, ya están tocando. Para que no se duerma la gente durante la espera, el cantante corea eso de un vote, dos votes, fascista el que no vote. Veo cómo todo el ruedo salta acompañado de la mayoría de la grada. La plaza tiembla, esto se cae, por un momento siento miedo. Ah, ya no, no se ha caído.

Ahora los ritmos de ska de Salida Nula se intensifican y se hacen más dinámicos, el público del ruedo comienza a ¿bailar? al ritmo de la música, chocan unos con otros, desde arriba se observan diversos corrimientos de masas hacia un lado y otro. En ese momento agradezco a mi acompañante que me pusiera la condición de ver el concierto en la grada. Respiro aliviado.

Un rato más tarde aparecen en escena 6cafés. Un grupo peculiar, van todos con la misma ropa negra y naranja, recuerdan a esos hombres y mujeres que hacen promociones de cualquier cosa en cualquier lugar. Su música es más aburrida, la espera se empieza a hacer larga. La gente sigue entrando, en la fila de delante tres personajes con la misma camiseta negra y roja del Rayo Vallekano: Bujía, Mamen y otro. Bujía reparte los porros .

A mi derecha tres niñas, unos15 años. De esas pijiprogres de acento ambiguo y zapatillas Converse. Una de ellas, la que está más lejos de mí, gordita, es la que sabe más de todo, pues se la escucha dar continuas explicaciones a sus dos amigas sobre no sé que cosas. Un rato antes del comienzo, señala una de las grandes lonas en las que aparece el gato López con un boomeran y cuenta en voz alta que "la portada del nuevo disco no representa sólo a un gato bailando ska, sino que hay que fijarse en el boomerán que porta, el cual representa el regreso de SKA-P, pues los boomeranes siempre vuelven". Yo se lo cuento a mi acompañate. Me dice que le dé las gracias, no lo hago, me da verguenza, no la conozco.

El concierto debía haber empezado ya, el nerviosismo se apodera de la plaza: En ese momento sale al escenario un señor para contarnos que el retraso se debe al cambio de escenario y a que ha habido un problema con las vayas antiabalancha y que por favor los del ruedo se echen para detrás porque están aplastando a las primeras filas. La gente responde con silbidos. Yo no sé silvar. La situación es un poco tensa, en el ruedo se empujan unos a otros, parece que se sucedieran continuas mareas humanas, algo así como cuando caen una tras otras las fichas de dominó. Desde mi posición se observa cómo los de las primeras filas del ruedo indican con gestos a los de detrás que reculen.

El problema no se arregla y algunos se ponen nerviosos. Sin embargo, hay un lateral en la grada donde cabe más gente, pero no se trata sólo de una mala distribución; en la plaza sobra gente. El hombre del micrófono no es capaz de solucionarlo. Nos damos cuenta que la situación es un tanto problemática cuando sale uno de los músicos a pedir a la gente que por favor se echen para detrás. Tímidos aplausos.

El lateral menos poblado comienza a llenarse, pero no precisamente por la emigración de gente del ruedo, eran personas de fuera que quedaban por entrar. De repente me doy cuenta que sobre la grada vuelan varios preservativos llenos de aire, de esos que todo el mundo intenta golpear y sólo unos pocos lo consiguen (por supuesto, ese alguien nunca eres tú). Pues yo lo conseguí dos veces; la noche prometía.

A las once, una hora más tarde de que tuviese que haber empezado el recital, la luz de la plaza se hace más tenue y todos gritamos. Esto ocurre tres veces más, hasta que la plaza se queda a oscuras. En ese instante suena una introducción musical por cuya melodía ya puedes hacerte una idea de la canción con la que van a empezar (he de decir que yo la tenía clara bastante antes): ni fu ni fa, del último trabajo. Una ola de satisfacción se apodera de mí por haber adivinado el comienzo, pero sobretodo, porque la niña que sabía lo del boomerán falló sus previsiones: "van a empezar con planeta eskoria", JA!

Los ritmos de ska hacen que los asistentes se agiten como poseídos. Lo del ruedo es impresionante, esa gente no puede ser de este mundo. Termina la canción y sin dejar de sonar unos rasgueos de guitarra distorsionados Pulpul saluda a un público que ha entrado en estado de éxtasis. Fui a nacer donde no hay nada, tras esa línea que separa el bien del mal, mi tierra se llama miseria y no conozco la palabra libertad; al sonar niño soldado la plaza se viene abajo, y yo grito mucho. No sé si acto seguido prosiguen con mestizaje, y yo grito más.

Gritaré que ardan las banderas, por la fraternidad, que caiga el patriotismo y la hostilidad racial, cultura popular! No sé si mañana tendré voz. El comienzo es de lo más intenso. Cuando cantan Romero el madero, Pulpul dedica unas palabras para Alexandros, el joven de 15 años asesinado por la policía giega.

Pulpul habla de la Revolución Bolivariana, "toda la gente de izquierdas debe apoyarla", dice. En fin, no tengo yo muy claro que lo de Chávez sea una revolución, un hombre que reniega del marxismo-leninismo... Pero bueno, me acuerdo de que yo no soy un sectáreo y me pongo a cantar la de El libertador.

Se suceden una canción tras otra, la gente no ha parado de cantar ni un sólo instante. Cuando llega la de Kasposos (momento friki de la noche), todos alzamos las manos y hacemos un extraño movimiento al grito de uoooh. Al ver a toda la plaza haciendo lo mismo es cuando me doy cuenta de que SKA-P se ha convertido en un grupo de masas.

Tocan el vals del obrero y se despiden de una manera tan convincente que me hacen dudar de que vayan a salir otra vez, pero las luces no se encienden (buena señal). Efectivamente, salen otra vez para tocar como un rayo, fuego y miedo, y el gato López. Finalmente, antes de que se apaguen los últimos acordes de esta última canción, introducen otra vez el estribillo de el vals del obrero. Y el concierto termina. Vuelta a casa.



sábado, 20 de diciembre de 2008

La legitimidad de nuestra violencia

Que el modo de producción capitalista se vale de un conglomerado jurídico-legal para perpetuarse en el desarrollo de la historia es un hecho evidente. De esta manera, cualquier individuo o colectividad que pretenda acabar con este sistema por vías legales se dará cuenta de que no puede hacerlo, pues como decimos, la estructura jurídico-legal de las "democracias" liberal-burguesas existe sólo como garante de la continuidad del modo de producción que legitiman.
Por ejemplo, votar una candidatura alternativa en un proceso electoral implica sólamente que si finalmente sale vencedora, el ejecutivo propuesto podrá actuar siempre que sus políticas no se salgan de los límites que marca la propia legalidad, ya sea ciñéndose a una carta magna o a cualquier otro instrumento legal dedicado a salvaguardar la propiedad privada y el libre mercado.
De esta reflexión se desprende una consecuencia inmediata: el capitalismo no puede combatirse únicamente por la vía legal, en tanto que la propia legalidad es capitalista. En este sentido, como método de cambio, deberíamos defender la actuación ilegal (es decir, anticapitalista) de un gobierno elegido en las urnas, o bien otras prácticas pacíficas de movimientos de base que actúen también obviando la ley.
Sin embargo, esto entraña un inconveniente: la estructura jurídico-política, que salvaguarda al modo de producción, contiene a su vez un instrumento para salvaguardarse a sí misma: la subestructura represiva del Estado, esto es, el conglomerado de individuos armados y preparados para mantener el orden establecido, interviniendo cuando éste corra el más mínimo peligro de ser alterado.
Ésta es la manera en que el sistema legitima e institucionaliza la violencia organizada y subvencionada por los propios individuos susceptibles de ser controlados y reprimidos si fuese necesario. Por consiguiente, podemos afirmar con poderosas razones que cualquier intento de cambiar el sistema actual legalmente es inviable, así como actuar de manera ilegal pero pacífica es inútil y temerario, pues la violencia institucional intervendrá de manera inmediata.
Ante esta situación rígida y cercada en que se encuentra la alternativa anticapitalista, sólo queda espacio para una vía: la ilegal y violenta. Esto, a pesar de lo que pueda parecer, no es una opción elegida por quienes luchan contra el sistema capitalista, sino la única opción que el propio sistema permite como viable. Sin embargo, este modo de lucha tampoco hay que entenderlo como la violencia legítima contra un sistema injusto, sino más bien como la respuesta necesaria a un sistema no sólo injusto, también violento, pues, al margen de la represión institucionalizada, la violencia es inmanente al capitalismo; la propia explotación , la propia desigualdad son violencia pura.

sábado, 13 de diciembre de 2008

Jovencitos liberales

A finales del pasado mes de noviembre, las Nuevas Generacones del PP de Madrid presentaron una ponencia política de claro corte ultraliberal. Las medidas políticas que propusieron en dicha ponencia fueron de un radicalismo impropio de cualquier sociedad que quiera tener las más elementales garantías democráticas.
El fanatismo liberal con el que pretenden evangelizarnos estos chicos se concreta en propuestas tales como la flexibilización del mercado laboral, la progresiva desaparición del papel del Estado como garante de los servicios públicos más básicos y la supresión del salario mínimo interprofesional.
Para ellos, negar el papel del estado como prestador de servicios y redistribuidor de riqueza supone dar rienda suelta a la libertad individual, a la iniciativa privada y a la capacidad emprendedora de las personas. Por otra parte, aseguran que abogar por la flexibilidad laboral y la abolición del salario mínimo interprofesional lleva consigo garantías de pleno empleo y reactivación de la economía.
Su razonamiento es el siguiente: si el Estado deja a las empresas que puedan despedir a sus trabajadores cuando les dé la gana, por el motivo que sea y de manera gratuíta, además de pagarles los sueldos más miserables que puedas imaginar, los empresarios se sentirán incentivados para contratar a más gente, por lo que el paro será menor, y la actividad económica más intensa.
Como podemos ver, lo que ellos llaman pleno empleo no es más que un gran ejército de precarios. Abrazar ese tipo de teorías liberales supone caer en el chantaje patronal : o me otorgas poderes absolutos a la hora de tratar con mis asalariados o te encontrarás con un paro galopante.
La pregunta es, ¿cómo acabar con este tipo de chantaje que nos da a elegir entre la precariedad y el desempleo?, ¿Cómo puede la administración pública intervenir en la economía para garantizar la cohesión social cuando existe un contrapoder que presiona para que no lo haga? La respuesta es sencilla: con más intervencionismo.
Si los capitalistas tienen la capacidad de chantajear al poder público, lo que éste debe hacer es quitársela, por ejemplo, obligando a las empresas a que sigan contratando a gente independientemente de que el capitalista tenga también la obligación por ley de pagar un salario mínimo y de respetar las garantías laborales del trabajador.
Otra manera de sortear el chantaje sería fortalecer el papel de la administración como creador de puestos de trabajo. En resumidas cuentas podemos decir que para asegurar la intervención se necesita más intervención. Entraríamos de esta manera en una espiral que nos conduce necesariamente a modelos económicos socialistas, es decir, todo lo contrario a lo que proponen estos jóvenes defensores de la dictadura patronal.

sábado, 6 de diciembre de 2008

La historia de " El Chico"

Aquella mañana el despertador pareció sonar distinto, como si ese zumbido monótono cobrase cierto soniquete musical. El chico se despertó más sobresaltado que de costumbre y caminó hacia el baño con sus rutinarios y torpes andares. Una vez allí, consiguió encestar en el water sin derramar una sola gota fuera (con la dificultad que ello conlleva en un varón, y más recién levantado). Aquel día prometía.

Todo era muy extraño, el chico ya había realizado todo lo que tenía que realizar antes de marcharse al instituto; le había dado tiempo a dar un paseo decente al sedentario de su perro y todavía le sobraron diez minutos, que consumió rápidamente mirando el gotelé de la pared. A continuación bajó. Al llegar al portal, los buenos días que le regaló a la señora de la limpieza le salieron por primera vez de dentro, agradecido de que ésta no hubiese dejado por un día el cubo de la fregona en medio de la escalera, y él pudiera bajarla andando, como lo hacen las personas normales y no como lo haría una bola de petanca.

Al salir del portal le sorprendió un sol radiante, miró a izquierda y derecha, buscando un Citroen Saxo, cuando de repente, frente a él, apareció una limusina de un color negro intenso. La ventanilla se bajó y el conductor hizo una señal al chico para que entrara. Éste dudo unos segundos y finalmente se dejó llevar por la curiosidad que siempre se apoderaba de él. Entró en el coche vacilando y cerró la puerta esperando que saliera algo de la boca del hombre que iba al volante. Por fin habló :

- ¡Buenos días, señor Presidente!
to be continue...

Bolonia y la enajenación del trabajo intelectual


Para 2010, el Espacio Europeo de Educación Superior, más conocido como plan Bolonia, deberá quedar establecido. Con esta iniciativa lo que se pretende -dicen los gobiernos y empresas interesadas –es construir un modelo educativo que adapte las enseñanzas universitarias a las nuevas necesidades surgidas del contexto de un sistema de mercado globalizado. De esta manera, además de equiparar los títulos a los de cualquier otro país de la UE, los universitarios recibiremos una educación más acorde con las necesidades del mercado, lo que nos permitirá una mayor adaptación a las exigencias de las empresas que nos aportan parte de la educación y que más tarde han de darnos trabajo.
Tras este derroche de pragmatismo se esconde la verdadera intención del proceso. Lo que se pretende es supeditar el conocimiento que adquiramos durante la carrera a los intereses del capital. En tanto que las empresas empiecen a participar en la financiación de la educación universitaria, tengan sus espacios dentro de las facultades y formen parte de la estructura de la carrera (una parte del grado son prácticas sin remunerar en una empresa), estarán también participando en la creación de los propios planes de estudio. En tanto que los contenidos académicos deban adaptarse a las exigencias del mercado, las empresas serán las que marquen todas las directrices.
Esto sería nefasto para la filosofía universitaria, pues la Universidad es, principalmente, un lugar de debate, de análisis de la sociedad, de reflexión crítica, de conocimiento. Un lugar donde rige la máxima del saber por el saber. La imposición de la lógica del utilitarismo acaba con todo esto. Se convierte la Universidad en un mero instrumento de formación profesional, un instrumento para iniciarnos a los estudiantes en el aprendizaje exclusivo de una tarea muy concreta para satisfacer unas demandas muy concretas, de un determinado sector, en un momento puntual del desarrollo de mercado.
Pero como bien dicen los profetas de la nueva Universidad, las exigencias económicas cambian constantemente. Por ello, al quedar obsoletas las necesidades de mercado para las que se nos ha formado, nuestro conocimiento entero queda también obsoleto. Los jóvenes, desprovistos de toda capacidad de crear conocimiento alternativo, de toda cultura, de toda facultad para la reflexión crítica, seremos un instrumento, una pieza más de una cadena de montaje que ya no sirve.
Los estudiantes futuros, educados bajo el más absoluto utilitarismo empresarial, nunca sabrán que su situación es bien parecida a la de aquellos obreros industriales de los que hablaba algún pensador en el siglo XIX, aquellos obreros cuya fuerza de trabajo se veía reducida a hacer las veces de una pieza más en la cadena de montaje, aquellos obreros enajenados que habían perdido la consciencia de su propio trabajo. Nunca sabrán que ellos también han perdido la consciencia de su trabajo intelectual. Tampoco sabrán que ese pensador era Marx, y no lo sabrán porque el estudio de ciertos genios nunca más volverá a ser rentable.