sábado, 29 de agosto de 2009

Marinaleda, un oasis socialista en el Estado español

Si les hablase de un lugar donde se puede adquirir una vivienda por 24.000 euros; donde el pleno empleo es una realidad; donde no existe la Policía y las decisiones políticas se toman de manera asamblearia, seguramente se les vendrían a la mente conceptos aparentemente abstractos y utópicos como, por jemplo, socialismo, anarquismo o comunismo. A mi se me viene democracia, que presenta cierta sinonimia con los tres anteriores. Y también se me viene a la cabeza un pueblo de la provincia de Sevilla llamado Marinaleda, de alrededor de 3000 habitantes, una localidad que presenta una serie de pecualiaridades difícilmente encajables en el contexto capitalista y jerarquizante en que vivimos. Sin duda, una de sus carácterísticas más reseñables es su historia, o quizás deberíamos decir la construcción de su propia historia.

Juan Manuel Sánchez Gordillo es alcalde de Marinaleda desde las primera elecciones, allá por el año 1979. Fue uno de los fundadores del Sindicato de Obreros del Campo y de Izquierda Unida, donde milita a través de la organización Colectivo de Unidad de los Trabajadores-Bloque Andaluz de Izquierdas (CUT-BAI). Desde la fundación del sindicato, este pueblo sevillano comenzó su lucha por dignificar la vida de los jornaleros de Andalucía, una tierra donde las contradicciones de clase han estado siempre más marcadas y la miseria más generalizada.

La necesidad de tierras para impulsar el desarrollo democrático de la economía les llevó a iniciar una larga serie de marchas ocupando las tierras del cortijo del duque del Infantado (amigo del rey de España), lo que conseguirían finalmente, después de doce años de intentos y desalojos, gracias a la reforma agraria que arrancaron a la Junta de Andalucía. La gente de Marinaleda creó la cooperativa El Humoso a partir de la ayuda de la administración, que expropió al duque 1200 hectáreas y se las cedió a los trabajadores, al igual que la maquinaria y las inversiones.


Después de aquello, los vecinos crearon ocho cooperativas y dieron un fuerte impulso a la agroindustria. Hace 9 años crearon la fábrica de transformación agroalimentaria, que ha permitido la incorporación de la mujer al mundo laboral. Como afirma una de las trabajadoras, ahora, aunque no todos sean cooperativistas, sí trabajan para ellos mismos, la plusvalía que se genera no se la queda ningún patrón, sino que se utiliza para generar más empleo. Como se ve, en esta localidad el sector del campo se ha transformado considerablemente. Lo que eran extensas llanuras de trigo y girasol, un latifundio de secano, los jornaleros lo convirtieron en una finca de regadíos donde ellos mismos controlan la tierra y la producción, lo que hace viable que exista trabajo prácticamente todo el año. Otra ocupación, la del pantano, ha hacho más fácil esa renovación de los cultivos.


Quizás para buena parte de los vecinos de Marinaleda la tranformación del campo sea el mayor de sus logros. Sin embargo, lo que les ha dado mayor fama fuera de la localidad ha sido el proyecto de viviendas de autoconstrucción: la Junta de Andalucía pone los materiales en colaboración con el Ayuntamiento, que expropia el suelo y lo municipaliza para cederlo gratuitamente.Los albañiles y el arquitecto también son gratis. El autoconstructor, por tanto, sólo pone su fuerza de trabajo. En las asambleas de autoconstructores se toman decisiones y modificaciones sobre el proceso.

Este sistema permite a los vecinos adquirir una vivienda de 90 metros cuadrados, un baño, tres habitaciones y un patio de 100 metros cuadrados (por si se quiere hacer ampliaciones) por 15 euros al mes, lo que suele traducirse finalmente en 24.000 euros, 50.000 lo más caro. Las adjudicaciones funcionan por un sorteo con baremación y los únicos requisitos para adquirirla son no especular con ella y llevar viviendo al menos dos años en el pueblo. Por otro lado, el tiempo que el autoconstructor ha empleado en hacer la vivienda se le descuenta de su precio total, de manera que su trabajo en la obra se le revierte en forma de "salario inducido"¿Y en la práctica funciona? Hasta ahora más de 350 casas se han construido siguiendo este patrón y ya se proyectan otras 150.

El proyecto de autoconstrucción tiene un plus de interés por realizarse en un Estado que se ha ganado a pulso la patente de la especulación urbanística e inmobiliaria. Y precisamente es eso lo que se intenta evitar en este oasis democrático; la especulación. Por este motivo las viviendas no se pueden vender, a lo sumo, puede que en el futuro pueda heredarse el uso para evitar "tentaciones especulativas", pero no debemos olvidar que estas viviendas son de la colectividad.


Reconceptualización del urbanismo y el trabajo en el campo, sin duda, dos de los grandes pilares de este proyecto, pero no los únicos. Por ejemplo, dejar a un crío en la guardería con derecho a desayuno y a un almuerzo elaborado bajo los criterios nutritivos del pediatra del municipio cuesta 12 euros al mes. No hay lista de espera. Ésta sí es una medida estructural que ataja los problemas de la infancia, lo cual no impide que además se complemente con la ayuda de 600 euros por cada recién nacido, algo más propio del mercadilleo zapateril, pero que no produce rechazo cuando se realiza sobre la base de un proyecto serio como es el de la guardería. No obstante, la educación en Marinaleda no se reduce a esos niveles, pues el municipio ofrece la posibilidad de realizar allí toda la educación obligatoria.

A lo largo de la Historia, una de las cacterísticas más interesantes del socialismo ha sido precisamente la que menos se ha visto desarrollada en la práctica, esto es, la democracia política, el asamblearismo. Por ello, es especialmente meritorio que el radicalismo democráctico sea el tercer gran pilar de Marinaleda. A diferencia del resto de los municipios del régimen borbónico, en esta localidad sevillana se gobierna mediante asambleas de trabajadores, de vecinos, es decir, al estilo soviético (un soviet no es más que una asamblea de trabajadores). Existen dos tipos de administración: la Asamblea General y las asambleas de barrio.

La primera, según se afirma en la página web del Ayuntamiento, "está abierta a todos los vecinos, que tienen derecho a voz y voto de cuantos asuntos se traten, ya sea si se suben o se bajan los impuestos, el presupuesto del Ayuntamiento, si se ocupa una finca o cómo se reparten las viviendas. En estas Asambleas participan de 400 a 600 personas y se reúnen unas 25 o 30 veces al año y en caso de movilización todos los días". Y continúa, "La asamblea general es nuestro máximo órgano de decisión tanto a efectos sindicales como políticos".

Las segundas se realizan cuando surge un problema en algún barrio, se reúne a los vecinos y ellos mismos, con voz y voto, reflexionan sobre las posibles soluciones. A su vez, y para llevar a cabo lo aprobado en las asambleas, existen los llamados grupos de acción, formados por 25 ó 30 personas, entre ellas: concejales, el comité ejecutivo del sindicato (SOC) y toda la gente o grupos que tengan una actividad en el pueblo. Puede pertenecer cualquier persona que lo desee y se organiza por secciones de trabajo como cultura, fiestas, urbanismos, deportes, ecología o paz. Y finalmente nos encontramos con la práctica del presupuesto participado, por la que todos los años se explica, barrio por barrio y con unas cartulinas colgadas de un atril, el presupuesto de gastos e ingresos. En el lugar de reunión donde se estén explicando las cuentas los vecinos opinan y añaden las reivindicaciones oportunas. Una vez finalizado el recorrido, en la Asamblea General se recogen las propuestas de cada grupo de barrio y se decide democrácticamente la aprobación o rechazo del presupuesto.

La reforma agraria, las viviendas de autocontrucción y la democracia asamblearia son los tres elementos vertebradores del proyecto de Marinaleda, si bien existen otras costumbres no menos reseñables que otorgan al pueblo pequeñas dosis de socialismo.

Por ejemplo, el sueldo del alcalde, Juan Manuel Sánchez Gordillo, que es el mismo que el de sus compañeros de la cooperativa, siempre en la media del salario del pueblo; los domingos rojos, que consisten en una serie de trabajos gratuitos y voluntarios que se hacen muchos domingos al año en arreglos de calles, de jardines, ayuda a la autoconstrucción de viviendas o trabajo dentro de las cooperativas agrícolas; las escuelas-taller, donde los jóvenes se forman y reciben un pequeño sueldo; la televisión de información alternativa de que dispone el pueblo, la cual emite todos los días y sin publicidad; la señal colectiva para ver los partidos del plus; y, de manera más simbólica, el sillón vacío en el Consistorio porque, según palabras del propio Gordillo, "el poder es del pueblo, y como el pueblo entero no cabe en este sillón, se quedará vacío", o el nombre de las algunas calles, como Che Guevara o Salvador Allende.

No obstante, Marinaleda también tiene sus lagunas, por ejemplo, la dependencia de la Junta hace que no sea un proyecto cien por cien autogestionario. También, el hecho de que los chavales encuentren buenas condiciones laborales en el campo hace que la mayoría decline la opción de continuar los estudios una vez superada la enseñanza obligatoria. Según afirma un jornalero en un reportaje de televisión, no opta a vacaciones remuneradas en su trabajo en el campo, aunque asegura estar satisfecho con el sistema que allí funciona. Sea como fuere, ya se trabaje dentro o fuera del pueblo, Marinaleda ofrece unas facilidades como la vivienda o la guardería inimaginables fuera de esa peqeña isla andaluza.

La continuación con un modelo similar por parte de otras localidades aledañas y administraciones superiores podría mejorar aún más la calidad de esos pueblos, pues una estructura grande posibilita una mayor cantidad de recursos que un proyecto aislado. En todo caso, Marinaleda tiene la oportunidad de adentrarse definitivamente en una verdadera democracia. Para ello no tienen más que renunciar a las ordinarias elecciones del régimen liberal-burgués, pues, si atendemos a la democracia interna del pueblo, lo único que pueden aportar las elecciones institucionales es el fin de dicho sistema asambleario si saliera elegido el PSOE (con tres concejales menos que IU) o el PP (sin representación).

Esto no debe escandalizarnos, pues la propia democracia liberal-burguesa del reino no se pantea la posibilidad de que se presente un partido que, llegado el momento de gobernar, suprimiera las relativas libertades civiles que forman parte de dicha democracia o que decidiera no volver a convocar elecciones con la excusa de haber ganado ya una elección. Es decir, que ningún sistema permite que el ganador electoral cambie las reglas de juego establecidas una vez llegue al poder. Por esta razón, si los vecinos de Marinaleda han costruído una democracia más avanzada, ¿por qué mantener la puerta abierta a una posible vuelta atrás?, ¿alguien en su sano juicio consentiría unas elecciones en las que concurrieran partidos dispuestos a restaurar el sufragio censitario o a suprimir las escuelas públicas?

En mi opinión, el siguiente paso en Marinaleda, con prudencia pero sin excesiva demora, debería ser la disolución de los partidos políticos. No puede ser de otra manera, el propio rumbo que han tomado así lo exige. El desarrollo de un sistema de tintes socialistas no puede tener otro final más que su continua maduración. Estoy seguro de que la democracia debe de ser algo parecido a eso.


¡ANDALUCÍA ENTERA COMO MARINALEDA!