El diario neocolonial El País publica hoy, 26 de septiembre, un artículo de opinión (noticia, en su jerga) que habla sobre los recortes en gasto social que va a acometer el gobierno cubano debido al realismo económico que ha despertado la crisis. Para desacreditar el sistema que lleva funcionando durante 50 años, el autor, un tal Mauricio Vicent, emplea la cansina y estereotipada fórmula de identificar a Fidel con una política voluntarista, alejada de la realidad, que antepone "la ideología" a la economía. La intención es descubrir un supuesto paternalismo estatal que todo lo subvenciona provocando así un derroche de recursos.
En esta empresa, el autor desglosa una serie de servicios de los que, hasta ahora, disfrutan los cubanos, siempre con una doble intencón: por un lado, provocar sensación de derroche económico, por otro, alertar del gran recorte que va a producrise. Entre dichos servicios se citan los 24.700 comedores obreros que dan de comer a 3,5 millones de trabajadores (una tercera parte de la población), las subvenciones a la cartilla de abastecimiento, las vacaciones subvencionadas para dirigentes y trabajadroes ejemplares o el entierro y el ataúd gratuitos de que disponen todos los cubanos. Asimismo, se afirma que la educación, la salud y la seguridad social no se tocarán por ser considerados servicios esenciales.
Para cerrar y resumir la exposición de estos despropósitos económicos, el autor explica que el Estado se había encargado tradicionalmente de asegurar a la población el suministro de comida, ropa, educación, escuela, etc, independientemente de si el beneficiario era productivo o no en su trabajo o de si el coste del servicio era demasiado alto. Finalmente, concluye con una cita de Raúl Castro en la que el dirigente afirma que "la gente (debido a que ve sus necesidades cubiertas) siente que no tiene necesidad de trabajar".
Y aquí es donde el radicalismo desproporcianado juega una mala pasada al diario de la multinacional PRISA. El autor ignora que, en sus intentos de evidenciar ese presunto paternalismo irracional y hacer sangre y amarillimso de la que se avecina por los inminentes recortes, ha hecho una tenaz apología de los logros de la Revolución. Asegura que el sistema es malo porque hace que la gente se acomode y no sienta necesidad de ser competitivos y eficientes en el trabajo, sí, pero para ello ha tenido que reconocer que ese Estado se preocupa de proveer a los ciudadanos de cuanto necesitan. Ni yo haría una defensa tan cerrada del socialiso cubano.
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