domingo, 15 de febrero de 2009

Sobre Chávez. Carta abierta a El País

El presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez, presenta hoy a referendo una enmienda a la Constitución de la República para acabar con la normativa actual que limita la reelección de los cargos de alcalde, gobernador y presidente a dos legislaturas y a tres la de los parlamentarios de cada estado y nacionales. A pesar de la afirmación del periódico El País, del 15 de febrero, de que Chávez pretende "reformar la ley para perpetuarse en el poder", lo que en realidad se propone es que los cargos antes citados puedan postularse como candidatos en unas elecciones tantas veces quieran, siendo únicamente los ciudadanos quienes decidan si el candidato seguirá o no gobernando.

Resulta algo contradictorio que este periódico critique la iniciativa de enmienda a la limitación de las reelecciones aprobada por la Asamblea Nacional y refrendada por más de seis millones de firmas de los venezolanos, cuando en España, al igual que en otros 16 países de la Unión Europea, no existe tal limitación, y sobre todo sorprende porque quienes más se han valido de esa libertad para "perpetuarse en el poder" (como dice El País) han sido precisamente líderes del PSOE, partido con el que ese periódico mantiene algo más que afinidad política. Véanse los casos de Manuel Chaves, en Andalucía, que lleva en el cargo desde 1990, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, presidente de Extremadura desde 1983 hasta 2007, o Felipe González, presidente del gobierno de España entre los años 1982 y 1996, quien, por cierto, no se retiró voluntariamente, sino que hubo de perder las elecciones para retirarse ¿Por qué El País nunca ha tratado a estos señores con la misma hostilidad que emplea con el presidente de Venezuela?

Por otro lado, el señor Moisés Naím, en su artículo titulado Preguntas venezolanas, se pregunta si Venezuela es una democracia, y él mismo responde: "Sí, si por democracia se entienden elecciones en las cuales el Gobierno hace uso indiscriminado y abusivo de los recursos públicos para influir en los resultados. O si por democracia se entiende un sistema en el cual, al perder el año pasado un referéndum sobre la posibilidad de ser reelegido indefinidamente el presidente, Chávez anunció que lo volvería a repetir "tantas veces como sea necesario". O un sistema donde el presidente controla directamente el Parlamento, el Tribunal Supremo, el árbitro electoral, las fuerzas armadas, el banco central y la industria que es la principal generadora de divisas del país".

En primer lugar, el referendo que Chávez perdió el año pasado no trataba de manera exclusiva-como el autor da a entender- sobre la posibilidad de ser reelegido indefinidamente. Era una consulta a la ciudadanía sobre una reforma constitucional que afectaba a 68 artículos, aparte del referente a la reelección, y que, al contrario que esta vez, no proponía la posiblidad de reelección de los otros cargos. En este sentido y, siguiendo la misma línea argumentativa sobre los plebiscitos, resulta extaño que ni el autor ni El País hagan referencia al carácter antidemocrático del referendo"NO vinculante"para la construcción de una Constitución europea.

En segundo lugar, el señor Moisés Naím cuestiona el carácter democrático del presidente por hacer un uso"indiscriminado y abusivo" los recursos públicos para influir en el resultado de las elecciones. Quizá a usted le parezca más democrático que los dos grandes partidos españoles, PSOE y PP- que se alternan el poder gracias a una ley electoral que hace que un diputado les cueste 65000 votos mientras que a IU le cuesta casi 500000- utilicen además el dinero de los bancos para realizar sus campañas, creándose así una situación de sumisión de los partidos políticos a las entidades bancarias, ¿o a caso cree el autor que PSOE y PP se atreverán a morder la mano que les da de comer? ¿ y qué me dicen de la manipulación a la que los sucesivos gobiernos españoles han sometido a la audiencia mediante su control de la televisión pública?

Otra de sus críticas a la democracia de Venezuela se basa en una supuesta concentración de poder por parte del presidente. Bien, es cierto que el control del Estado por una élite (entendamos por "élite"el ejecutivo de gobierno, pues es infantil pensar que el propio Chávez se va a hacer cargo de la totalidad de las tareas) siempre llevará consigo la tendencia hacia un poder despótico, pero, ¿no es más demcrático que sea una élite elegida en las urnas y que tenga ciertos valores "socialistas" quien gobierne a que sean grandes compañías privadas, jueces politizados o un ejército independiente de los valores constitucionales quienes determinen los designios del país? Quizá los señores de El País preferirían que la industria venezolana estuviera controlada exclusivamente por alguna multinacional española, que el Banco Central de Venezuela, en su legítima independencia, pidiera abaratar el despido, como ha hecho aquí el Banco de España, o que las fuerzas armadas de la República Bolivariana gozaran de una indepencia y una moral tan particular como tuvo en su día el ejército español, cuando, una buena parte de sus integrantes intentó dar un golpe de Estado, allá por el año 81.

Respecto a la noticia titulada de manera sensacionalista Chávez quiere volver a ser Chávez, sería conveniente hacer una revisión, pues, el sesgo en la aportación de datos y en la afirmación de determinadas cosas es más que evidente. Empecemos por el primer párrafo, donde se narra de manera novelesca cómo un reportero recibe una llamada de Hugo Chávez al móvil que se había comprado el día anterior ("Te habla Hugo Chávez", son las primeras palabras que escucha atónito el reportero). Nuestro reportero amigo se pregunta cómo ha conseguido Chávez su número de celular, adquirido tan sólo unas horas antes. Un poco má abajo, después de que haya transmitido al lector una sensación de Estado policial, nos reconoce el corresponsal que tan sólo era una gravación que escucharán los usuarios de la compañía nacionalizada Movilet. Curiosa manera de cuestionar las estrategias electorales del presidente, y más si tenemos en cuenta que toda innovación en este campo llevada a cabo en Estados Unidos, para El País es un ejemplo más de la avanzada democracia del país norteño.

El autor de la noticia, Pablo Ordaz, continúa aportando una serie de datos como que "en algunos lugares de Venezuela no llega nunca el agua o la leche", "la inflación es del 31% y del 41% en los alimentos", "la inseguridad aumenta a un ritmo vertiginoso" o que "el sicariato es ya un problema latente en Venezuela". Son datos objetivos, dirán los señores de El País y la oposición reaccionaria de Venezuela. Y no dudo que lo sean en su mayoría, pero, aportar datos descontextualizados con la clara intención de degradar la imagen de un gobierno, cuando Venezuela, ahora y siempre, al igual que todo país latinoamericano, ha tenido este tipo de carencias y cuando, además, en el período de gobierno de Chávez ha habido una innegable mejora de las condiciones sociales de la clase trabajadora, supone una manipulación descarada. De la misa manera que abordar el tema de la nueva izquierda emergente en Latinoamérica únicamente con articulistas reaccionarios como Vargas LLosa o Rosa Montero evidencia el poco estima que El País tiene por la ética periodística.

He aquí una serie de datos que El País ha olvidado en el número de hoy: en 10 años Venezuela ha pasado de ser unos de los países más desiguales del continente a ser el menos desigual; la pobreza bajó en los años de Chávez del 51% de la población al 28,5-25%; la pobreza extrema bajó del 25% al 8,5-7%; por su parte, el paro descendió del 11% al 7,4%; el 14% del gasto público se destina a gasto social. Todos ellos son datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) oganismo que depende de la ONU.

Somos muchos los que no entendemos la campaña de acoso y derribo contra el gobierno de Venezuela (y el de Bolivia, Ecuador, Cuba, Nicaragua... ) perpetrada por el diario español. Es posible que tengan algo que ver las inversiones que la empresa propietaria de El País, PRISA, mantiene en el sur del continente americano, de las cuales podemos destacar las inversiones cruzadas con el grupo Cisneros, el mayor grupo mediático del país. Además, la cadena televisiva de dicho grupo, Venevisión, es una de las banderas de la oposición , especialmente desde que se la implica en el golpe de Estado que quiso derrocara Chávez en abril de 2002. Es destacable también que empresas como REPSOL-YPF, susceptibles de tener controversias con los nuevos gobiernos izquierdistas, sean para El País una fuente de ingresos millonarios por publicidad. Podemos hablar también de Telefónica, compañía líder en América Latina, que es uno de los grandes accionistas de Sogecable, grupo televisivo controlado por PRISA.

La falta de rigor informativo de El País, sus intereses sectarios y su línea editorial de marcado corte derechista me obligan a defender a un líder reformista y patriotero como es Hugo Chávez. Este señor, su Partido Socialista Unido de Venezuela, su "Revolución Bolivariana" y sus homólogos en otros países no son para mí más que los actores de la construcción de un socialismo reformista, institucional, colaboracionista, nacionalista, cristiano, y dirigido, en el caso de Venezuela y Ecuador, por unos líderes que torpedean el proceso con su anquilosamiento en el sistema institucional y su paternalismo grosero. Con todo, gracias a estos gobiernos, los diferentes pueblos de Latinamérica han empezado a emanciparse tímidamente del poder neoliberal y de la dependiencia del capital monopolista extrajero que los ha estado somentiendo a miseria, corrupción, violencia y privación sistemática de los bienes y servicios más esenciales, en beneficio de las compañías privadas y los gobiernos títeres del sur del continente.

Sé que un periódico como El País, que pertenece a un gran grupo empresarial y que vive de los ingresos publicitarios de empresas, entidades bancarias y demás instituciones que a su vez sobreviven únicamente por la permanencia del sistema capitalista, nunca podrá tratar la información de manera rigurosa, tal como lo requiere la profesión periodística. Sin embargo, les aconsejo que cuiden algunas de sus publicaciones, que guarden su retórica ordinaria y disimulen mínimamente su carácter conservador y retrógrado, y se lo aconsejo porque, no sé si saben que una buena parte de su público objetivo (con ustedes hay que hablar en términos empresariales) está formado por gente progresista que, sin ser grandes enemigos del sistema, aborrecen los ramalazos ultraderechista que cada vez más a menudo a ustedes se les escapan. Hagan caso a esta recomendación que un humilde estudiante de segundo de periodismo (sí, mi interés por todo tipo de prensa es el motivo por el que leo su periódico), les hace, háganlo, aunque sólo sea por esa parte de su público objetivo progresista que, inexplicablemente, les sigue leyendo.

jueves, 12 de febrero de 2009

god save the Juancar

Todos los años, en febrero, a medida que se acerca el día 23 los medios de comunicación se encargan de rememorar el fallido golpe de Estado perpetrado ese mismo día por algunas fuerzas del ejército. Este año no ha sido una excepción, sin embargo, la cobertura informativa ha empezado más pronto que otros años y de manera más intensa, al menos por parte de Televisión Española (TVE). También he notado que, en esta ocasión, el interés en aprovechar la fecha para reforzar la figura del rey de manera oportunista ha sido más descarada.

De esto se ha tenido que dar cuenta quien haya seguido con mayor o menor interés la programación de TVE estos últimos días. Por ejemplo, podemos hablar de la miniserie de dos capítulos a la que han dado el clarificador título de El día más difícil del rey, la cual nos ha ofrecido a un monarca con unas cualidades extraordinarias, heroico, salvador, tan sólo comparable a Barack Obama. La miniserie tiene la osadía de contarnos aquello que sólo un reducido número de hombres sabe: lo que ocurrió en la Casa Real en aquellas horas, el papel que en realidad jugó el rey, sus verdaderas intenciones, sus relaciones con los golpistas. Parece ser que los señores de TVE tienen muy claros todos estos aspectos, por la recreación que han hecho se ve que no tienen duda de que el rey salvó la "democracia" y que es a él (o quizá debería decir Él) a quien debemos nuestras actuales "libertades".

La miniserie histórica, que bien podían haber titulado "Oda al rey", fue más que nada una comedia de mal gusto. Si bien , no ha sido el único programa digno de mencionar. Una vez terminado el primer capítulo de esta comedia de ficción, TVE emitió el habitual debate nocturno de 59 segundos, que fue justo el tiempo que tardé en aborrecer el programa. En la edición del martes dejaron un espacio al fianal para tratar el tema del golpe de Estado, y para ello invitaron a Fraga, Manuel Marín (expresidente del Congreso), felipe Acaraz (PCE e IU), un señor de Eusko Alkartasuna, el periodista Fernando Ónega y una mujer, también periodista (no sé si me dejo a alguien). Pues bien, el programa consistió en repetirnos con diferentes palabras y desde diferentes bocas todo lo que le debemos al rey y lo bien que vivimos ahora. Únicamente, el nacionalista vasco y Felipe Alcaraz discreparon del papel que jugó el monarca ese día y se preguntaron por qué tardó tantas horas en salir por televisión para dar el esperado discurso. Esto les valió para que el resto de los contertulios, a quienes se les llenaba la boca al hablar de la democracia y de la libertad, replicaran, de manera déspota y fascista, que la historia es como se cuenta, que el rey nos salvó, que es así y que quien discrepa lo que quiere es inventarse fantasmas.

Así, mediante un acoso mediático e institucional, el gobierno y los medios llevan a cabo una campaña agresiva para perpetuar la historia oficial de la transición, del golpe y de estos años de partidocracia monárquica y capitalista. Bajo esos entrañables programas que "recrean" nuestro pasado más reciente, se esconde la verdadera intención del Estado actual de borrar todo ápice de debate histórico, de crítica o de discrepancia. Mediante ligeros y amenos formatos pseudo-periodístico-televisivos envía su propaganda el sistema. Pretenden dar veracidad a una serie de hechos históricos bombardeándonos de manera continua con la misma versión estructurada.

La verdad que, viendo la desesperación con la que se defiende a la monarquía últimamente, empiezo a pensar que realmente tiene los días contados y, lejos de lograr su objetivo, hacen más evidente la agonía de una institución que al caer va a dejar tambaleándose al resto de la estructura a la que siempre ha ido ligada. En mi opinión, es probable que cuando caiga el decrépito que ostenta la jefatura del Estado caerá con él la misma monarqía, pues, como se suele decir, en España no hay monárquicos, sino juancarlistas. De la misa manera, pienso que quedará bastante desestabilizado el resto de la estructura política, ya que, tras la dictadura fascista, lo que se construyó formó parte de un todo. Es decir, que, cuando caigan los borbones, lo lógico sería que el resto del régimen que se edificó tras la muerte del tirano empiece también a descomponerse. Monarquía, Constitución, bipartidismo, sistema autonómico, acuerdos con la Iglesia, sindicatos institucionalizados, etc. serán estructuras arcaicas que habrán perdido su ser.

Los tambaleos a los que se verá cada más envuelta la monarquía, junto con la crisis económica que, esperemos siga dejando en evidencia la naturaleza criminal del capitalismo, lejos de inquietarnos, deben ser vistos como una oportunidad, como un potencial conflicto que genere debate. El simple hecho de empezar a cuestionar las cosas nos posicionará ante esa lejana utopía que llamamos democracia.