martes, 3 de noviembre de 2009

Liberalismo: el pretexo teórico de la burguesía

Según Locke y los liberales, la propiedad privada surge cuando los hombres comienzan a trabajar la tierra, como derecho a poseer el fruto de su trabajo. Pero ¿cómo justificar esa forma de propiedad cuando la tierra está ya repartida? Ellos arguyen que la posibilidad de vender tu fuerza de trabajo, que es propiedad tuya, también valida su teoría en este supuesto.

El primer razonamiento implica defender la apropiación del producto íntegro de tu trabajo, tal como hace el anarquismo pequeñoburgués, y, por tanto, aceptar un sistema individualista y meritocrático que, aunque puede acabar con ciertas formas de parasitismo, en ningún momento asegura una vertebración social medianamente avanzada. Todo lo contrario, obvia deliberadamente las distintas necesidades de las personas, así como su desigual posibilidad de aportación laboral.

El segundo argumento es directamente una falacia que, además, choca frontalmente con el primero. Esto es así porque abogar por la venta de la fuerza de trabajo es hacerlo también por la existencia del trabajo asalariado, lo cual se contradice con el respaldo a que uno tenga derecho sobre el producto de su trabajo.

Es cierto que en ambos casos el trabajador tiene algo que vender gracias a su propio esfuerzo, pero en el segundo, al ser la fuerza de trabajo lo que se vende, se da pie a que un hombre viva del fruto que produce otro, sólo porque en su momento tuvo medios para comprarle la fuerza de trabajo, es decir, su mercancía. Pero ésta es una mercancía que, en todo momento, va íntimamente ligada al trabajador que la vende, por lo que es el propio trabajador quien acababa convertido en mercancía.

De ahí surgirán de manera automática situaciones en las que un hombre con cierto capital realice unas inversiones entre las que se encuentre la compra de trabajadores, que desarrollarán una actividad de cuya parte del producto se apropiará cuan famélico parásito. Así las cosas, ni con la defensa utópica del sistema donde el individuo se lo guisa y se lo come, ni con la del otro, que aboga por venta de la fuerza de trabajo, se podrá evitar la existencia del modo capitalista de producción, que es inherente a la propiedad privada.

A partir de esto se pueden desarrollar una infinidad de desigualdades sociales, de productores en precariedad (o en la miseria, si el capitalismo, más puro; más libre, ha impedido que se generen estructuras de intervención redistributiva y protectora) y de intermediarios cuya vanidad es tan sólo comparable a la riqueza que roban.

Antes se ha comentado que la propiedad privada es idiosincrásica al capitalismo, pero éste necesita un segundo cimiento sobre el que sostenerse: el Estado, que no es sino el instrumento monopolizador de la violencia que utilizan las clases dominantes (en este caso, la burguesía) para controlar y explotar a las dominadas. Para los liberales, el Estado, con sus mecanismos represivos (policía, ejército, jueces…) tiene como objetivo fundamental proteger la propiedad privada.

Podemos decir, pues, que la propiedad privada da origen al modo de producción capitalista, mientras que el Estado asegura su supervivencia.
No obstante, es incorrecto identificar capitalismo con liberalismo, pues muchas otras corrientes de pensamiento amparan esa forma de producción. Si bien, es cierto que los liberales lo defienden en su forma más pura, más natural, sin las estructuras y políticas de integración social que se aprecian en las teorías socialdemócratas y fascistas, por ejemplo.

La clase burguesa, los grandes propietarios, los profesionales pudientes convienen en respaldar las tesis liberales, feroces enemigas de impuestos progresivos que redistribuyan la riqueza y den solvencia a las arcas públicas para crear una red de servicios sociales, enemigas también de una regulación que limite los estragos humanos del sistema.

Sin embargo, dependiendo del contexto político y socioeconómico, esto puede cambiar. Por ejemplo, en una situación histórica en la que una parte de Europa, la revolucionaria, promete el cielo en la tierra, las capas reaccionarias de la otra parte se ven obligadas a sustituir el liberalismo económico salvaje por un “capitalismo social”, pero sólo hasta que termine la correlación de fuerzas. Después, se puede volver a la normalidad.

A las iniciativas populares, a las luchas en los centros de estudio y de trabajo, a las huelgas y manifestaciones, a la conciencia de clase de los sujetos que, tras reivindicar sus necesidades más primarias, prosiguen cuestionando de manera global el vigente orden de cosas, a todos estos factores, que históricamente han estado en contradicción con el liberalismo económico, debemos los derechos de los que disfrutamos actualmente, de los que disfrutaremos en el futuro y de los que disfrutamos en algún momento y ahora están desapareciendo.

Sin embargo, una cosa está clara: mientras haya propiedad habrá clases, y mientras existan las clases existirá el Estado, con la consiguiente dosis de represión que alberga en su seno. Por tanto, la abolición de la propiedad y la paulatina sustitución del Estado por organismos más democráticos y horizontales que satisfagan las necesidades humanas será el único camino para la verdadera realización del hombre, para su emancipación.

domingo, 25 de octubre de 2009

El derecho de rebelión

El derecho de rebelión respalda la sublevación del pueblo, ya sea contra un poder ilegítimo, o contra uno que, pese a tener origen democrático, esté violando los derechos ciudadanos que se comprometió a salvaguardar. Tras el derrocamiento, el pueblo debe instaurar un nuevo gobierno legítimo que respete los derechos fundamentales de los ciudadanos.

La primera pregunta que esto nos plantea es ¿quién se levanta contra ese poder despótico? La respuesta nos la dará el contexto político; en sistemas absolutistas, autoritarios o totalitarios, lo lógico es que lo hicieran los propios ciudadanos en armas por iniciativa propia.

En sistemas donde el poder se encuentra repartido entre distintos organismos políticos, jurídicos, legislativos, militares, empresariales, bancarios y eclesiásticos (situación más acorde con los tiempos que corren), el levantamiento contra el poder ejecutivo puede ser auspiciado, bien por una suerte de poderes fácticos, bien por apéndices del Estado ajenos al gobierno.

No obstante, cabe la posibilidad de que la rebelión, la desobediencia civil, venga desde abajo, del propio pueblo. Eso sí, ya sea éste el que impulse el movimiento, ya sean otros poderes organizados, es posible que ambas partes actúen bajo cierta influencia de la otra. Aunque lo cierto es que esa “influencia”, cuando viene de arriba abajo, suele ser en forma de manipulación, y cuando es al revés, los poderes fácticos ejecutores de la voluntad popular actúan por intereses distintos de los que dicen defender.

La segunda cuestión es si esas rebeliones, especialmente las que se puedan producir en la actualidad, estarían amparadas por la ley. Obviamente, en la mayoría de los casos, eso es algo muy relativo y que está expuesto a la interesada visión de las partes implicadas. El poder contra el que se atente, normalmente el ejecutivo, adoptará el papel de víctima y asegurará que se está violando la legalidad vigente, mientras que la trinchera rebelde alegará que ese gobierno se había desviado de su papel y que, precisamente para defender la legalidad, la sublevación se hace indispensable.

Y este esquema, en mi opinión, se puede extrapolar a todo tipo de situaciones; desde grandes conflictos nacionales hasta iniciativas ciudadanas que sólo pretenden rebelarse ante una norma o ley concreta, siempre con la presunta certeza de que es el poder quien verdaderamente está faltando a su cometido, bien por no aplicar la ley, bien por aplicar una que atenta contra derechos fundamentales como son la vida o la libertad, con la gran carga de subjetividad que conlleva este último término.

Habrá quien opine que las sociedades “democráticas” ofrecen instrumentos, como la libertad de prensa, de asociación y de huelga, que canalizan los descontentos ciudadanos y permiten invertir situaciones sin necesidad de entrar en conflictos legales. Sin embargo, con estas herramientas tan sólo se puede presionar, persuadir, o a lo sumo crear un clima propicio para que se atente contra el poder establecido, pero ahí ya se entra de nuevo en un cruce de acusaciones legales o morales donde no existe una verdad clara, sino el sesgo ejercido por una o ambas partes.

Por otro lado, la pertinencia del uso de la fuerza para estas empresas está sujeta también a la visión de cada implicado. Unos la verán como una elevación de la brutalidad ejercida contra el orden vigente y otros como necesidad para defender con más eficacia ciertos derechos universales e inalienables.

Por tanto, ante la pregunta de si se podría aplicar el derecho de rebelión en la actualidad, mi respuesta sería que lo pueden ejercer unos cuantos en función de sus criterios o intereses, pero nunca como un concepto puro y verdadero al estilo platónico. Por esta razón, intentar buscar ejemplos concretos en nuestra historia actual es más interesante que perderse en disquisiciones teóricas e idealistas.

Podemos empezar hablando del golpe de Estado contra el gobierno del socialista Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973. Unos lo vieron como una respuesta furiosa de la burguesía chilena y estadounidense ante las reformas económicas del Gobierno (nacionalizaciones, en especial la del cobre, programas sociales, control de precios…), en la que estuvieron implicadas ciertas multinacionales estadounidenses; políticos del vecino del norte; la escuela económica de Chicago, con Friedman y Harberger a la cabeza; el terrorista Pinochet y los militares, las oligarquías autóctonas y la iglesia.
Otros, por su parte, aseguraron que era una maniobra necesaria para salvar a Chile de las garras del comunismo.

Otro ejemplo es el golpe militar fallido que realizó Hugo Chávez en 1992 para, según él, acabar con la “corruptocracia”. El actual presidente alegó que el gobierno de entonces se había vuelto ilegítimo por sus actos y era necesario derrocarlo. Lo mismo debieron pensar quienes se lo dieron a él diez años después.

Para justificar o condenar tales acciones se debe hacer un análisis complejo de la situación, como debió de hacer el periódico El País, que siempre ha reprochado al líder venezolano su intentona golpista y, sin embargo, vio con ojos bien distintos el que cometieron contra él en 2002, a juzgar por el editorial que le dedicaron.

Algo parecido está ocurriendo en Honduras. El presidente democrático, Manuel Zelaya, dejó de serlo para algunos porque quiso convocar un referendo para preguntar a los ciudadanos si quería que se colocara una urna más en las próximas elecciones para que votaran si estaban de acuerdo con que se reformara la constitución, y los presidentes (no él exclusivamente) pudieran ser reelegidos indefinidamente, tal como sucede en 17 países de la Unión Europea, entre ellos el nuestro.

El ejército, con el apoyo expreso de la iglesia (o al menos parte de ella) y por petición de otras instituciones del Estado, echó al presidente del país a punta de bayoneta. Los golpistas aseguran haber evitado que un líder como Zelaya, (burgués arrepentido y perteneciente a un partido de derechas) vendido al chavismo y al comunismo, destruya la democracia hondureña. Otros apuntan a que determinadas políticas del mandatario, como la del salario mínimo, han irritado al empresariado, posible impulsor del golpe. Ésta es también otra situación compleja de analizar, a juzgar por la ambigüedad con que la han tratado algunos medios. Otros directamente no han ocultado su simpatía por el nuevo gobierno.

Éstos son algunos ejemplos de grandes conflictos en los que se ha debatido intensamente sobre el derecho del gobernante a permanecer donde está y el de los gobernados a rebelarse. Pero en situaciones mucho más cotidianas podemos encontrarnos con problemas que tienen la misma raíz.

Un ejemplo lo encontramos en determinadas acciones realizadas en el seno de las movilizaciones estudiantiles contra los planes de Bolonia, como pueden ser los encierros, la toma de facultades, o la continuación de manifestaciones una vez terminado su itinerario. Estos actos son desacatos a la autoridad por considerarla reaccionaria y ajena a los intereses de ciertos colectivos.

Pero también ocurre esto cuando unos trabajadores defienden sus derechos con el uso de la fuerza, o cuando en Francia retienen durante horas o días a algún empresario, o cuando un grupo de personas que dice representar los intereses de un sector de la población se constituye en banda armada ¿quiénes tienen la legitimidad; los que se rebelan ante lo que consideran un atentado a sus derechos o los que gobiernan amparándose en una constitución, un plebiscito o una determinada ley?

Intentar evitar estos problemas o construir teóricamente una receta que se pueda aplicar en todos los casos es un absurdo mayúsculo. Mientras haya un sistema en el que se desarrollen tales antagonismos de clase, este tipo de conflictos deberán verse como algo natural, inherente a las propias relaciones de producción, idiosincrásico a las propias estructuras jerárquicas.

sábado, 26 de septiembre de 2009

El País lanza piedras contra Cuba pero le caen en su propio tejado

El diario neocolonial El País publica hoy, 26 de septiembre, un artículo de opinión (noticia, en su jerga) que habla sobre los recortes en gasto social que va a acometer el gobierno cubano debido al realismo económico que ha despertado la crisis. Para desacreditar el sistema que lleva funcionando durante 50 años, el autor, un tal Mauricio Vicent, emplea la cansina y estereotipada fórmula de identificar a Fidel con una política voluntarista, alejada de la realidad, que antepone "la ideología" a la economía. La intención es descubrir un supuesto paternalismo estatal que todo lo subvenciona provocando así un derroche de recursos.
En esta empresa, el autor desglosa una serie de servicios de los que, hasta ahora, disfrutan los cubanos, siempre con una doble intencón: por un lado, provocar sensación de derroche económico, por otro, alertar del gran recorte que va a producrise. Entre dichos servicios se citan los 24.700 comedores obreros que dan de comer a 3,5 millones de trabajadores (una tercera parte de la población), las subvenciones a la cartilla de abastecimiento, las vacaciones subvencionadas para dirigentes y trabajadroes ejemplares o el entierro y el ataúd gratuitos de que disponen todos los cubanos. Asimismo, se afirma que la educación, la salud y la seguridad social no se tocarán por ser considerados servicios esenciales.
Para cerrar y resumir la exposición de estos despropósitos económicos, el autor explica que el Estado se había encargado tradicionalmente de asegurar a la población el suministro de comida, ropa, educación, escuela, etc, independientemente de si el beneficiario era productivo o no en su trabajo o de si el coste del servicio era demasiado alto. Finalmente, concluye con una cita de Raúl Castro en la que el dirigente afirma que "la gente (debido a que ve sus necesidades cubiertas) siente que no tiene necesidad de trabajar".
Y aquí es donde el radicalismo desproporcianado juega una mala pasada al diario de la multinacional PRISA. El autor ignora que, en sus intentos de evidenciar ese presunto paternalismo irracional y hacer sangre y amarillimso de la que se avecina por los inminentes recortes, ha hecho una tenaz apología de los logros de la Revolución. Asegura que el sistema es malo porque hace que la gente se acomode y no sienta necesidad de ser competitivos y eficientes en el trabajo, sí, pero para ello ha tenido que reconocer que ese Estado se preocupa de proveer a los ciudadanos de cuanto necesitan. Ni yo haría una defensa tan cerrada del socialiso cubano.

sábado, 29 de agosto de 2009

Marinaleda, un oasis socialista en el Estado español

Si les hablase de un lugar donde se puede adquirir una vivienda por 24.000 euros; donde el pleno empleo es una realidad; donde no existe la Policía y las decisiones políticas se toman de manera asamblearia, seguramente se les vendrían a la mente conceptos aparentemente abstractos y utópicos como, por jemplo, socialismo, anarquismo o comunismo. A mi se me viene democracia, que presenta cierta sinonimia con los tres anteriores. Y también se me viene a la cabeza un pueblo de la provincia de Sevilla llamado Marinaleda, de alrededor de 3000 habitantes, una localidad que presenta una serie de pecualiaridades difícilmente encajables en el contexto capitalista y jerarquizante en que vivimos. Sin duda, una de sus carácterísticas más reseñables es su historia, o quizás deberíamos decir la construcción de su propia historia.

Juan Manuel Sánchez Gordillo es alcalde de Marinaleda desde las primera elecciones, allá por el año 1979. Fue uno de los fundadores del Sindicato de Obreros del Campo y de Izquierda Unida, donde milita a través de la organización Colectivo de Unidad de los Trabajadores-Bloque Andaluz de Izquierdas (CUT-BAI). Desde la fundación del sindicato, este pueblo sevillano comenzó su lucha por dignificar la vida de los jornaleros de Andalucía, una tierra donde las contradicciones de clase han estado siempre más marcadas y la miseria más generalizada.

La necesidad de tierras para impulsar el desarrollo democrático de la economía les llevó a iniciar una larga serie de marchas ocupando las tierras del cortijo del duque del Infantado (amigo del rey de España), lo que conseguirían finalmente, después de doce años de intentos y desalojos, gracias a la reforma agraria que arrancaron a la Junta de Andalucía. La gente de Marinaleda creó la cooperativa El Humoso a partir de la ayuda de la administración, que expropió al duque 1200 hectáreas y se las cedió a los trabajadores, al igual que la maquinaria y las inversiones.


Después de aquello, los vecinos crearon ocho cooperativas y dieron un fuerte impulso a la agroindustria. Hace 9 años crearon la fábrica de transformación agroalimentaria, que ha permitido la incorporación de la mujer al mundo laboral. Como afirma una de las trabajadoras, ahora, aunque no todos sean cooperativistas, sí trabajan para ellos mismos, la plusvalía que se genera no se la queda ningún patrón, sino que se utiliza para generar más empleo. Como se ve, en esta localidad el sector del campo se ha transformado considerablemente. Lo que eran extensas llanuras de trigo y girasol, un latifundio de secano, los jornaleros lo convirtieron en una finca de regadíos donde ellos mismos controlan la tierra y la producción, lo que hace viable que exista trabajo prácticamente todo el año. Otra ocupación, la del pantano, ha hacho más fácil esa renovación de los cultivos.


Quizás para buena parte de los vecinos de Marinaleda la tranformación del campo sea el mayor de sus logros. Sin embargo, lo que les ha dado mayor fama fuera de la localidad ha sido el proyecto de viviendas de autoconstrucción: la Junta de Andalucía pone los materiales en colaboración con el Ayuntamiento, que expropia el suelo y lo municipaliza para cederlo gratuitamente.Los albañiles y el arquitecto también son gratis. El autoconstructor, por tanto, sólo pone su fuerza de trabajo. En las asambleas de autoconstructores se toman decisiones y modificaciones sobre el proceso.

Este sistema permite a los vecinos adquirir una vivienda de 90 metros cuadrados, un baño, tres habitaciones y un patio de 100 metros cuadrados (por si se quiere hacer ampliaciones) por 15 euros al mes, lo que suele traducirse finalmente en 24.000 euros, 50.000 lo más caro. Las adjudicaciones funcionan por un sorteo con baremación y los únicos requisitos para adquirirla son no especular con ella y llevar viviendo al menos dos años en el pueblo. Por otro lado, el tiempo que el autoconstructor ha empleado en hacer la vivienda se le descuenta de su precio total, de manera que su trabajo en la obra se le revierte en forma de "salario inducido"¿Y en la práctica funciona? Hasta ahora más de 350 casas se han construido siguiendo este patrón y ya se proyectan otras 150.

El proyecto de autoconstrucción tiene un plus de interés por realizarse en un Estado que se ha ganado a pulso la patente de la especulación urbanística e inmobiliaria. Y precisamente es eso lo que se intenta evitar en este oasis democrático; la especulación. Por este motivo las viviendas no se pueden vender, a lo sumo, puede que en el futuro pueda heredarse el uso para evitar "tentaciones especulativas", pero no debemos olvidar que estas viviendas son de la colectividad.


Reconceptualización del urbanismo y el trabajo en el campo, sin duda, dos de los grandes pilares de este proyecto, pero no los únicos. Por ejemplo, dejar a un crío en la guardería con derecho a desayuno y a un almuerzo elaborado bajo los criterios nutritivos del pediatra del municipio cuesta 12 euros al mes. No hay lista de espera. Ésta sí es una medida estructural que ataja los problemas de la infancia, lo cual no impide que además se complemente con la ayuda de 600 euros por cada recién nacido, algo más propio del mercadilleo zapateril, pero que no produce rechazo cuando se realiza sobre la base de un proyecto serio como es el de la guardería. No obstante, la educación en Marinaleda no se reduce a esos niveles, pues el municipio ofrece la posibilidad de realizar allí toda la educación obligatoria.

A lo largo de la Historia, una de las cacterísticas más interesantes del socialismo ha sido precisamente la que menos se ha visto desarrollada en la práctica, esto es, la democracia política, el asamblearismo. Por ello, es especialmente meritorio que el radicalismo democráctico sea el tercer gran pilar de Marinaleda. A diferencia del resto de los municipios del régimen borbónico, en esta localidad sevillana se gobierna mediante asambleas de trabajadores, de vecinos, es decir, al estilo soviético (un soviet no es más que una asamblea de trabajadores). Existen dos tipos de administración: la Asamblea General y las asambleas de barrio.

La primera, según se afirma en la página web del Ayuntamiento, "está abierta a todos los vecinos, que tienen derecho a voz y voto de cuantos asuntos se traten, ya sea si se suben o se bajan los impuestos, el presupuesto del Ayuntamiento, si se ocupa una finca o cómo se reparten las viviendas. En estas Asambleas participan de 400 a 600 personas y se reúnen unas 25 o 30 veces al año y en caso de movilización todos los días". Y continúa, "La asamblea general es nuestro máximo órgano de decisión tanto a efectos sindicales como políticos".

Las segundas se realizan cuando surge un problema en algún barrio, se reúne a los vecinos y ellos mismos, con voz y voto, reflexionan sobre las posibles soluciones. A su vez, y para llevar a cabo lo aprobado en las asambleas, existen los llamados grupos de acción, formados por 25 ó 30 personas, entre ellas: concejales, el comité ejecutivo del sindicato (SOC) y toda la gente o grupos que tengan una actividad en el pueblo. Puede pertenecer cualquier persona que lo desee y se organiza por secciones de trabajo como cultura, fiestas, urbanismos, deportes, ecología o paz. Y finalmente nos encontramos con la práctica del presupuesto participado, por la que todos los años se explica, barrio por barrio y con unas cartulinas colgadas de un atril, el presupuesto de gastos e ingresos. En el lugar de reunión donde se estén explicando las cuentas los vecinos opinan y añaden las reivindicaciones oportunas. Una vez finalizado el recorrido, en la Asamblea General se recogen las propuestas de cada grupo de barrio y se decide democrácticamente la aprobación o rechazo del presupuesto.

La reforma agraria, las viviendas de autocontrucción y la democracia asamblearia son los tres elementos vertebradores del proyecto de Marinaleda, si bien existen otras costumbres no menos reseñables que otorgan al pueblo pequeñas dosis de socialismo.

Por ejemplo, el sueldo del alcalde, Juan Manuel Sánchez Gordillo, que es el mismo que el de sus compañeros de la cooperativa, siempre en la media del salario del pueblo; los domingos rojos, que consisten en una serie de trabajos gratuitos y voluntarios que se hacen muchos domingos al año en arreglos de calles, de jardines, ayuda a la autoconstrucción de viviendas o trabajo dentro de las cooperativas agrícolas; las escuelas-taller, donde los jóvenes se forman y reciben un pequeño sueldo; la televisión de información alternativa de que dispone el pueblo, la cual emite todos los días y sin publicidad; la señal colectiva para ver los partidos del plus; y, de manera más simbólica, el sillón vacío en el Consistorio porque, según palabras del propio Gordillo, "el poder es del pueblo, y como el pueblo entero no cabe en este sillón, se quedará vacío", o el nombre de las algunas calles, como Che Guevara o Salvador Allende.

No obstante, Marinaleda también tiene sus lagunas, por ejemplo, la dependencia de la Junta hace que no sea un proyecto cien por cien autogestionario. También, el hecho de que los chavales encuentren buenas condiciones laborales en el campo hace que la mayoría decline la opción de continuar los estudios una vez superada la enseñanza obligatoria. Según afirma un jornalero en un reportaje de televisión, no opta a vacaciones remuneradas en su trabajo en el campo, aunque asegura estar satisfecho con el sistema que allí funciona. Sea como fuere, ya se trabaje dentro o fuera del pueblo, Marinaleda ofrece unas facilidades como la vivienda o la guardería inimaginables fuera de esa peqeña isla andaluza.

La continuación con un modelo similar por parte de otras localidades aledañas y administraciones superiores podría mejorar aún más la calidad de esos pueblos, pues una estructura grande posibilita una mayor cantidad de recursos que un proyecto aislado. En todo caso, Marinaleda tiene la oportunidad de adentrarse definitivamente en una verdadera democracia. Para ello no tienen más que renunciar a las ordinarias elecciones del régimen liberal-burgués, pues, si atendemos a la democracia interna del pueblo, lo único que pueden aportar las elecciones institucionales es el fin de dicho sistema asambleario si saliera elegido el PSOE (con tres concejales menos que IU) o el PP (sin representación).

Esto no debe escandalizarnos, pues la propia democracia liberal-burguesa del reino no se pantea la posibilidad de que se presente un partido que, llegado el momento de gobernar, suprimiera las relativas libertades civiles que forman parte de dicha democracia o que decidiera no volver a convocar elecciones con la excusa de haber ganado ya una elección. Es decir, que ningún sistema permite que el ganador electoral cambie las reglas de juego establecidas una vez llegue al poder. Por esta razón, si los vecinos de Marinaleda han costruído una democracia más avanzada, ¿por qué mantener la puerta abierta a una posible vuelta atrás?, ¿alguien en su sano juicio consentiría unas elecciones en las que concurrieran partidos dispuestos a restaurar el sufragio censitario o a suprimir las escuelas públicas?

En mi opinión, el siguiente paso en Marinaleda, con prudencia pero sin excesiva demora, debería ser la disolución de los partidos políticos. No puede ser de otra manera, el propio rumbo que han tomado así lo exige. El desarrollo de un sistema de tintes socialistas no puede tener otro final más que su continua maduración. Estoy seguro de que la democracia debe de ser algo parecido a eso.


¡ANDALUCÍA ENTERA COMO MARINALEDA!


jueves, 9 de julio de 2009

Golpe de Estado en Honduras, connivencia silenciosa y peligrosidad del lenguaje periodista

Como ustedes sabrán, a finales del mes de junio el ejército hondureño perpetró un golpe de Estado, al presentarse en la residencia presidencial y deportar a Costa Rica al presidente del Gobierno, Manuel Zelaya. Los militares, apoyados por la Iglesia y por las capas sociales más altas, actuaron para evitar que se realizase un referendo en el que la población decidiría si quería que en las elecciones de noviembre se añadiese una cuarta urna que permitiera determinar si se debía iniciar una reforma constitucional para que los presidentes venideros tuvieran la oportunidad de postularse como candidatos indefinidamente, tal como sucede en numerosos países, entre ellos España. Pese a las críticas recibidas, el presidente había dejado claro que él no se presentaría una vez hubiese finalizado el mandato para el que fue elegido.

El jefedel Estado Mayor, general Vásquez, que se opuso a esta consulta popular por considerarla incostitucional e ilegal (el Congreso había aprobao una medida para impedir la realización del referendo), fue destituido por el presidente Zelaya, lo que ocasionó que las fuerzas armadas tomaran las calles, con las consecuencias que ahora conocemos. Junto con el presidente, ocho ministros y varios embajadores de países cercanos al presidente (Cuba, Nicaragua y Venezuela) fueron detenidos. A diferencia de otros golpes acaecidos en Latinoamérica, éste ha sido condenado por la comunidad internacional (sí, Estados Unidos también, aunque sea una pura operación de maquillaje y no considere la restitución de Manuel Zelaya una condición fundamental para la resolución del "conflicto").

El ejército, que aseguró que contaba con la bendición del poder judicial, nombró sustituto de Zelaya al hasta entonces presidente del Congreso Nacional, Roberto Micheletti. Las movilizaciones populares en apoyo al presidente Zelaya no se hicieron esperar, al igual que la represión del aparato estatal, que asesinó al menos a dos manifestantes, uno de 19 años, el día del frustrado intento del presidente de regresar al país, y que ya ha iniciado las prácticas de censura propias de estos sucesos.

Las últimas noticias sobre la insurrección militar de Honduras hablan de una reunión del presidente de Costa Rica con Zelaya y el golpista de Micheletti para tratar de resolver la situación por la vía diplomática, aunque, a juzgar por las declaraciones del dictador interino, que asegura que la vuelta de Zelaya es imposible, no parece que de estas conversaciones se vaya a sacar nada en claro. En todo caso, lo que me interesa destacar de aquí es el peligroso uso del lenguaje que están haciendo algunos representantes políticos y medios de comunicación.
En este sentido, resulta preocupante el hecho de que se empiece a hablar de "diálogo entre las dos partes", y no de oficialistas y golpistas; de "conflicto", y no de golpe de Estado; de "presidente interino", y no de dictador interino o presidente golpista. Como también resulta preocupante que Hillary Clinton crea que la restitución de Zelaya sea algo que debe dejarse "a decisión de las partes". Sin embargo, no son los políticos quienes están mostrando mayor ambiguedad en este asunto, sino los medios de comunicación, que, además de haber arremetido contra el presidente hondureño los días previos al golpe, han tratado de quitar hierro al asunto y presentarnos este acto antidemocráctico como un golpe "cívico-militar", en palabras del panfleto diario El Mundo.
Por su parte, el periódico derechista El País ha aprovechado la cobertura mediática del acontecimiento para adjudicar a Hugo chávez algún tipo de responsabilidad en el mismo, y así otorgar cierta legitimidad a quienes entienden el golpe como una manera de frenar la intromisión del chavismo y el comunismo en Honduras. Sin embargo, la condena internacional ha obligado al diario generalista de la multinacional PRISA a rechazar el golpe, no sin una larga lista de matices y soflamas antichavistas. Aunque todos sabemos que la condena de El País es un tanto forzada, no deja de sorprender, sobre todo por su pasado pro-golpista (véase el editorial que dedicaron al golpe contra el presidente Hugo Chávez en 2002 http://www.elpais.com/articulo/opinion/Golpe/caudillo/elpepiopi/20020413elpepiopi_2/Tes).
Pero dejemos a los PRISA, que, para lo que nos tienen acostumbrados, están manteniendo una posición bastante más moderada. Esta vez tiene mayor interés hablar del primer canal de la monárquica y manipuladora Televisión Española. Sí, de nuevo la televisión que cofinanciamos los contribuyentes ha vuelto a adquirir las prácticas de manipulación mediática de cualquier ente privado. Además de caricaturizar al presidente Zelaya los días en que se preparaba la consulta popular, pretende dar al golpe un carácter cívico mandando a su enviado especial a una manifestación a favor de los militares, mientras asegura a los millones de telespectadores que mucha gente en el país está del lado del "presidente interino".
La verdad es que todo esto resulta bastante surrealista, especialmente que ya no sea necesario que los presidentes de Gobierno representen a una izquierda consecuente para ser objeto de conspiraciones, pues Manuel Zelaya, hombre de clase alta, pertenece al Partido Liberal de Honduras, una fuerza de derechas. Parece que ahora el mero hecho de virar hacia una política socialdemócrata y mantener buenas relaciones con Hugo Chávez es suficiente para recibir los duros golpes de la reacción.
Pese a esto, pienso que los sectores de la izquierda, si bien tienen que condenar de manera clara el golpe, no deben caer en la vieja lógica de los enemigos de mis enemigos son mis amigos, pues ni Zelaya, ni mucho menos su partido representan a la izquierda transformadora que necesita América Latina, o al menos no lo han demostrado. Lo que sí se debe tener en cuenta de todo esto es la decreciente (y por ello preocupoante) lista de requisitos necesaria para considerar a alguien agente del comunismo.

domingo, 17 de mayo de 2009

Sobre la ilegalización de Iniciativa Internacionalista

El Tribunal Supremo anuló la pasada madrugada, con 11 votos a favor y 5 en contra, la candidatura a las elecciones europeas de Iniciativa Internacionalista-La solidaridad entre los pueblos por considerar que "no es más que un instrumento de ETA-Batasuna". Esta resolución responde a las peticiones de anulación realizadas por la Fiscalía y por la Abogacía del Estado (Gobierno). Sendas demandas se sucedieron, a su vez, después de que la diputada joseantoniana Rosa Díez mostrara su oposición a que esta candidatura anticapitalista y defensora de la soberanía de los pueblos se presentase a la pantomima electoral europea que tendrá lugar el 7 de junio.

Estas dos instituciones basaron su solicitud de anulación en que la coalición "se encuentra controlada e infiltrada por Batasuna". Ambas encontraron en los informes de la Guardia Civil y la Policía suficientes indicios de que así se trataba, el fundamental; que su número uno, el dramaturgo Alfonso Sastre, ha participado en las listas de Acción Nacionalista Vasca (ANV), Herri Batasuna (HB) y Euskal Herritarrok (HB), todas ellas ilegalizadas, bien por ser consideradas el "brazo político" de ETA, como es el caso de las dos últimas, bien por tener "vínculos" con ellas, como es el caso de ANV. Sin embargo, la militancia política del dramaturgo se limita a sus años en el PCE durante la dictadura franquista.

Otro argumento de las fuerzas del orden es que la número dos, Doris Benegas, de Izquierda Castellana, un partido legal, ha estado "muy relacionada con la izquierda abertzale desde hace 20 años". Otros nueve representantes también tendrían "vínculos" con la "izquierda radical". Aquí cabría preguntarse qué entendemos por expresiones como"izquierda abertzale", "muy relacionada", así como qué validez jurídica tienen. Del mismo modo, habría que determinar en qué consiste ser "una sucesión fraudulenta de ETA-Batasuna", qué es ETA-Batasuna y cuáles son los requisitos para estar "vinculado" a este singular consorcio.

No obstante, y por si todavía alguien extremadamente riguroso considerase que tal evidencia jurídica no es suficiente, el Tribunal Supremo tenía otras dos pruebas mucho más concluyentes. La primera, que seis avalistas de la candidatura fueron en su momento de ANV, partido fundado en 1930 e ilegalizado por actuar como "la nueva marca" de Batasuna, organización surgida en el año 2000. La segunda, que Batasuna quería presentarse a las elecciones europeas de 2009, de lo que se deduce que Iniciativa Internacionalista es Batasuna y, por lo tanto, ETA. Voila!

Iniciativa Internacionalista es, en realidad, una candidatura anticapitalista que defiende el derecho de los pueblos a su autodeterminación, que se presenta a nivel estatal y que está formada por numerosos activistas, muchos de ellos militantes de otras organizaciones políticas perfectamente legales como , por ejemplo, Doris Benegas, de Izquierda Castellana; o Ángeles Maestro, de Corriente Roja. Esta última, Ángeles, fue diputada en el Congreso por IU de 1989 a 1996. Actualmente es la principal dirigente de Corriente Roja, corriente interna de IU que abandonó la coalición en 2004. Un año después, Ángeles Maestro salió también del PCE, tras la renuncia de los comunistas a abandonar IU.

Esta médica de 56 años es sospechosa de haberse fotografiado con figuras tan peligrosas como la Marcelino Camacho, histórico dirigente de CC OO. Durante este proceso de criminalización ha respondido con afirmaciones tales como: "Hoy somos gente que se siente perseguida sin tener cuentas pendientes con la Justicia, ni mucho menos con una banda armada". También ha asegurado que en la organización no hay ningún vasco y que nadie apoya las armas. Éstos son sus vínculos con ETA.

Alicia Hermida, que interpreta el papel de Valentina (la amiga de Herminia) en Cuéntame cómo pasó, es candidata por Iniciativa Internacionalista. Quizá las instituciones del Estado también vean en ella un instrumento de ETA. Unos cuantos nombres más de activistas, entre ellos sindicalistas de CC OO o CGT, han dado su apoyo a la candidatura ilegalizada, ¿qué ocurrirá si estas personas apoyan o participan en una nueva candidatura en el futuro? ¿como tuvieron relación en su día con una lista anulada correrán la misma suerte con el nuevo partido? Si seguimos algunos de los argumentos utilizados por los jueces, así debería ser.

Si aplicamos esa lógica ilegalizadora basada en la participación de personas "relacionadas con" o "vinculadas a" listas anuladas, las posibilidades de ser relacionado con "el entorno de" ETA irán ampliándose como una mancha, como una peste que cada vez infectará a más gente, por lo que el abanico de opciones políticas se irá acotando en la misma proporción. De la misma manera y con la misma velocidad se irá apoderando la frustración y la rabia de las personas independentistas y de izquierda que creen en una solución dialogada. Y no hay persona más susceptible de coger un arma que la que no encuentra posibilidad legal de plantear sus legítimas reivindicaciones.

Con todo, incluso un partido como Batasuna, que ha llegado a mostrar admiracaión por algunos miembros de la banda terrorista, debe tener absoluto derecho a presentarse a unas elecciones. No nos confundamos, lo que puede hacer un juez es juzgar individualmente a un militante de un partido político si esa persona ha cometido algún crimen, como asesinar a alguien o dar información para que otros lo hagan, pero nunca ilegalizar al partido entero, aunque dicha fuerza política considerase legítima la violencia (que no es el caso de Batasuna, pues lo único que hace es no condenar). De la misma manera, si en una peluquería de 10 trabajadores, tres han cometido algún delito, la justicia se encargaría exclusivamente de los infractores.

La ausencia de condena es un motivo de ilegalización tan pobre como todos los anteriores. No conduce a ningún lado, sólo a obligar a las personas a que adecuen su discurso político a los estrechos límites de lo oficial, impidiendo así la pluralidad y, por lo tanto, condenándonos al inmovilismo. Además, si utilizásemos la condición de la condena para obrar en política deberíamos anular la actividad del PP hasta que condene oficialmente el franquismo. En este caso la situación sería más grave, pues en sus filas se encuentra un hombre que fue ministro del régimen, que ha participado en gobiernos que firmaron sentencias de muerte y que, por consiguiente, tiene las manos manchadas de sangre. Hablo, efectivamente, de Manuel Fraga iribarne.

Asimismo, este partido ha apoyado guerras como la de Irak, declarada ilegal por la ONU; ha torpedeado los intentos de juzgar al dictador Pinochet desde España, ha apoyado el genocidio perpetrado por Israel en Gaza; su anterior líder, José María Aznar, apoyó el golpe de Estado contra Hugo Chávez en 2002, etc. El PSOE, por su parte, además de apoyar guerras imperialistas, tuvo gran responsabilidad en los procesos de terrorismo de Estado de los GAL. Todavía no he oído ninguna voz que denuncie las prácticas fascistas de estos dos partidos, que más que fuerzas políticas son insititucines del Estado español.
Como vemos, PSOE y PP obvian completamente su propio carácter criminal, como obvian también el carácter criminal de los grupúsculos nazis que, con la connivencia de las administraciones, realizan sus triunfales marchas xenófobas en barrios de inmigrantes. No parece ser motivo de ilegalización que haya gente que acuda a esas manifestaciones fascistas con cuchillos, navajas, o puños americanos.
Sin embargo, lo más escandaloso de todo es que quienes ahora se dedican a criminalizar a diestro y siniestro son los mismos que en su momento, cuando el contexto era propicio para sacar tajada de otra manera, mantuvieron una postura con la banda terrorista bastante más benovolente que la que muestran muchos de los que hoy son acusados de formar parte del "entorno de ETA-Batasuna". Ello se ve de manera especialmente clara si atendemos a la actuación del Gobierno de Aznar durante la tregua con ETA. Frases como "sabremos ser generosos" o "Movimiento Vasco de Liberación (en referencia a ETA)" nos muestran de manera clara la hipocresía de esta camarilla de oportunistas. Por el lado del PSOE más de lo mismo.
A su vez, IU, que se ha mostrado siempre contraria a las ilegalizaciones de partidos, guarda ahora un silencio cómplice que no hace sino alejarla de quienes todavía ven en ella algunos resquicios progresistas.
Discursos simplistas y sesgados, maniqueismo, criminalización creciente y permanente, manipulación mediática, en definitiva, estamos asistiendo a una merma continuada de los maltrechos elementos democráticos del país. Ellos podrán seguir con su ejercicio persecutorio y autoritario, podrán denunciar a una candidatura que les sirve de instrumento para construir artificialmente una sensación de democracia y seguridad. Mientras, quienes tenemos aún algo de sentido común seguiremos denunciando el fascismo de sus señorías.
Aclaración: Un día después de la publicación de este artículo, IU sacó un comunicado en el que rechazaba la resolución del Tribunal Supremo de anular la candidatura de Iniciativa Internacionalista. Sin embargo, en mi opinión, dicho comunicado llega tarde y carece de suficiente rotundidad, además de que parece ignorar la verdadera dimensión del problema. No obstante, sigue oponiéndose a la ley de partidos, lo cual le diferencia claramente del PSOE-PP.

jueves, 9 de abril de 2009

Fantasías liberales

El martes 7 de abril, El País publicó un artículo de José María Lassalle, secretario de estudios del PP y diputado por Cantabria, en el que el autor arremete contra los opositores al pensamiento liberal, al tiempo que los tacha de "oportunistas" por reivindicar dicha oposición durante la actual coyuntura de crisis económica. Sin embargo, los argumentos que explicarían dicha tesis brillan por su ausencia.
Este señor asegura que el pensamiento liberal surge de "la lucha contra la crueldad". Esto es infantil, además de falso. El liberalismo en su vertiente económica (capitalismo, por simplificar) nace como la evolución de las fuerzas productivas que da paso del feudalismo a un nuevo orden. El liberalismo en su vertiente "ético-política" es la superestructura que responde a las exigencias materiales de ese nuevo orden, si bien, existen otras formas de organización más autoritarias que adquieren sentido cuando surgen conflictos en el seno del modo de producción capitalista.
Por otro lado, se lamenta de que haya vuelto esa retórica antiliberal que "parecía felizmente superada". Esto no hace sino evidenciar los dogmatismos de los liberales, impositores del pensamiento único, que declararon triunfalmente en su día "el fin de la Historia".
Asimismo, el autor duda del carácter antisocial del liberalismo. ¿Cómo puede cuestionar esto cuando, los voceros de esta corriente de pensamiento no hacen más que impulsar la participación y el dominino de la empresa privada en sectores como la sanidad o la educación? Podemos hablar de Bolonia y el sometimiento de los contenidos académicos a los intereses sectários de las empresas. ¿Hacer negocio con los que debieran ser derechos fundamentales de las personas no es un acto antisocial?
El señor Lassalle dice que aboga por un Estado social que combine la cmpetencia con la "justa distribución de los frutos del trabajo", pero sin subvertir el sistema de propiedad individual. Esto es imposible; en tanto que se legitime la propiedad privada, y por ende la explotación capitalista con su consiguiente compra de la fuerza de trabajo (físico o intelectual) del asalariado y apropiación del plusvalor, se tiene que negar, necesáriamente, esa "justa distribución de los frutos del trabajo".
Llama la atención que un liberal se agarre como un calvo ardiendo a la libre competencia (condición fundamental del capitalismo), ya que ésta queda obsoleta a medida que el propio sistema capitalista, en su desarrollo, tiende a la concentración y acumulación de capital, a la formación de cárteles, trusts y monopolios. No son excepciones las guerras motivadas por las ansias de expansión que las grandes corporaciones experimentan durante el desarrollo del libre mercado. ¿No le parece esto al señor Lassalle muestras suficientes de carácter antisocial del liberalismo?
Como resulta inevitable reconocer las oscuras consecuencias de esto años de especial libertinaje económico, nuestro querido diputado se apresura a separar "la mano invisible de Adam Smith de la sinvergonzonería de los Madoff y compañía". Como los hipócritas del catolicismo, vincula los "triunfos" de su pensamiento a la teoría, mientras que justifica los fracasos con una supusta mala aplicación de la misma.
En una de sus numerosas citas (a veces pedantes, a veces absurdas), esta vez de un tal Eamonn Butler, afirma que "las desigualdades son siempre mayores cuando lo que cuenta es el poder, no el dinero". Sorprende esta sentencia, pues en el liberalismo económico es la propiedad privada del capital, y por lo tanto la facultad de hacer mayor fortuna, la que te ofrece una verdadera situación de poder.
Por otro lado, dice que "ni es la hora de la socialdemocracia, ni del furor neoliberal que siguen esgrimiendo algunos; por cierto, más obsesionados por hacerse perdonar sus pecados de juventud maoísta o trotskista que por reclamar un mercado de competencia...". Claro, entonces, por esa regla podemos decir que la mayor parte de sus compañeros de partido se dedican a atacar el terrorismo de ETA para hacerse perdonar sus pecados de connivencia con el terrorismo franquista, más que por verdaderos deseos de paz.
Este señor ignora que se contradice cuando relaciona liberalismo con democracia y, al mismo tiempo, señala a aquél como adalid de la lucha contra el autotitarismo y el absolutismo. ¿O es que no existían el mercado y la propiedad en la España franquista?, ¿y qué hay del Chile de Pinochet?, ¿no experimentó allí a sus anchas la Escuela Económica de Chicago con el ultraliberal Milton Friedaman a la cabeza?, ¿era ese régimen una democracia?
Ignora, además, que, entanto que toda política liberal es antisocial, los "triunfos sociales" en las democracias liberal-burguesas se deben a las históricas luchas obreras y a las reflexiones de aquellos intelectuales izquierdistas contra los que desata sus injustificadas críticas. Ignora que el contrapoder que supuso la URSS influyó de manera muy positiva en los avances sociales del bloque capitalista, avances que empezaron a retroceder tras la caída del muro.
Estos demócratas liberales, que han tachado de arcaico a todo el que reivindicaba a Marx, son los mismos que, con la pedantería que les carecteriza, citan sin ningún reparo a numerosos autores, algunos de un siglo antes de Marx. Eso no es arcaico, es culto. Luego nos obsequian con artículos como el de Lassalle, llenos de sentencias y consignas carentes de argumentación alguna.
Estúpidos.

jueves, 26 de marzo de 2009

Ministros de dios, opresores del pueblo

La iglesia católica ha vuelto al ataque con las mismas consignas reaccionarias de siempre. Estos últimos días hemos podido observar por nuestras ciudades los grandes carteles con los que las élites del catolicismo español están materializando su última cruzada. En dichos carteles aparce un lince con las letras de PROTEGIDO (por cierto, la especie que han elegido carece de tal protección) y junto a él, un bebé que pregunta ¿Y YO?

Supongo que con este derroche de demagogia pretenden deslegitimar prácticas democráticas como el aborto y la selección de embriones. Al margen de esta provocación de los clérigos españoles, el papa, nazinger, por su parte, también se ha dejado ver (y lo que es peor, oir), esta vez en África. Allí, donde se encuentran dos terceras partes de los 33 millones de personas infectadas con el virus del sida en el mundo, este individuo ha afirmado que la distribución del preservativo, lejos de solucionar el problema del sida, lo agrava.

Que los católicos critiquen el uso de los anticonceptivos alegando razones morales me parece una desverguenza, pues hay que tener falta de sensibilidad humana para predicar una moral que prohibe no sólo el mero placer sexual, sino también la protección de las personas ante posibles enfermedades. Sin embargo, esto es algo a lo ya que estamos acostumbrados , y por ello no hacemos demasiado caso. Ahora bien, que el líder internacional de estos católicos cuestione el preservativo por razones técnicas roza la locura, ¿cómo puede negar algo que está científicamente probado?

Si hubiera dicho esto en España, por ejemplo, se entendería como una simple tomadura de pelo. Pero el problema es que lo ha dicho en África, el lugar del mundo más afectado por el problema del sida. Un lugar donde la población no tiene el mismo conocimeinto que los españoles (por ejemplo) sobre esta enfermedad y los métodos para su prevención. Una población más ignorante en este aspecto y , por consiguiente, más desprotegida.

Por ello, desgraciadamente, sus palabras tendrán allí mayor acogida que en otro lugar del mundo. Ante esta situación, necesáriamente el papa se convierte en uno de los responsbles directos de los próximos contagios de sida por transmisión sexual en África. Necesáriamente, el pontífice tendrá las manos manchadas de sangre, y sus colegas españoles se verán obligados a cambiar el cartel del lince y el bebé por otro en el que salga un embrión con el cartel de PROTEGIDO, junto a un niño negro que se pregunta ¿ Y YO?

jueves, 12 de marzo de 2009

Crónica de la manifestación anti-Bolonia

Cojo la Renfe en Móstoles. Una vez dentro del tren me siento junto a un chico; alto, moreno, con una sudadera que delata ya su destino. La primera impresión que tengo al ver su cara es que se trata de un chico reivindicativo, algo infantil, y bastante cándido.
Enfrente dos chicas que hablan de las pasadas manifestaciones. Critican a algunos de los compañeros que han decidido quedarse en clase. Por su aspecto, no habría deducido a dónde iban.

11:57, Atocha. Bajo apresuradamente del vagón y pierdo de vista a las diferentes personas cuyo destino he ido adivinando durante el viaje. Afuera encuentro algunos grupitos de gente esperando a otra gente, ninguna aglomeración, así que continúo caminando. De repente veo a lo lejos una tricolor - ahí están- pienso. Me dirijo a cruzar la gran calle junto con un numeroso grupo de personas y me introduzco en un mogollón que podríamos considerar como el núcleo de la mani. Calculo que a penas somos unos mil.

Cerrando la manifestación, todavía inmóvil, se encuentran la Juventud Comunista (la del PCE), la CNT e Izquierda Castellana (estos últimos no son muchos pero llevan banderas muy grandes). Un poco más adelante hay otras pancartas de asambleas de estudiantes contra Bolonia. Tras un breve rodeo, me acerco a una que parece ser más combativa (o al menos gritan más y con más gracia). Las organizaciones políticas presentes aprovechan la espera para repartir algún pasquín propagandístico e iformativo.

Como quince minutos más tarde comienza la marcha. El calor es intenso (para mí terrible, pues llevo un chaquetón de abrigo cuando el resto va en manga corta). Se oyen cánticos tales como "oh no Bolonia no..." o "ni LOU ni Bolonia ni precariedad, fuera las empresas de la Universidad". Yo no canto mucho de momento; suelo ser tímido en los inicios, y más si voy sólo.

El trayecto es bastante largo: Atocha-Ministerio de Educación. A medida que avanzamos la marcha va adquiriendo más ambiente. Ahora ya no cesamos de cantar ni un instante. Al llegar a Sol, los cánticos se intensifican y volvemos al grito de "sanidad y educación, no a la privatización". Me sorprende la vehemencia con la que estamos llegando a gritar, parece como si el salir de esas callejuelas y entrar en un sitio más concurrido nos hubiera dado un chute de adrenalina.

Una vez en el Ministerio de Educación, con el calor otra vez agobiando (aunque a mí no tanto como antes porque se me ha ocurrido quitarme la chaqueta), se oyen consignas pidiendo un referéndum. Algunos empiezana alentar a las masas para que continuemos la manifestación hasta Cibeles. Imposible, el cordón policial ya lo tenía previsto. Es entonces cuando se inician los cánticos en contra de la policía.

En vista de que es harto dificil superar ese cordón de manera pacífica, optamos por darnos la vuelta y continuar la marcha en sentido contrario. Rápido, rápido, que nos cortan- expetan los más adelantados a los de atrás. La marcha avanza a paso ligero para evitar que las fuerzas del orden formen otro cordón que nos impida el paso. Hay que darse prisa y no dividir el grupo, pues otros agentes se han dado cuentan y comienzan a andar más deprisa.

Los de azulón van posicionándose en medio de la carretera, cortando un carril y obligándonos a continuar por la acera. Yo estoy en el grupo que va en cabeza. Nos detenemso para que no se forme un hueco demasiado grande entre nosotros y el grupo que nos sigue, más numeroso, y la Policía nos divida y disperse. No hay que separarse, formemos un bloque; ésa es la consigna.

Ahora ya más compacto el grupo, continúa la manifestación, no sin sobresaltos, pues las fuerzas del orden se empeñan en poner orden y aceleran su paso. Algunos estudiantes se ponen nerviosos y echan a correr. Yo me giro y no veo peligro, pero corro igualmente (el nerviosismo se contagia). No corrais, no corraris, todos juntos- gritan algunos. No pasa nada, no pasa nada- continúan. Es verdad, no pasa nada.

Avanzamos calle abajo, dirección Sol. Es curioso; a pesar de ser ya ilegal la manifestación, somos unos mil (la marcha llegó a contar con 3000 ò 4000, calculo) y las reivindicaciones son mucho más intensas. Quzá sea porque los que quedamos somos más conscientes políticamente. No sé. De vez en cuando nos damos la vuelta, halzamos las manos y, dirigiéndonos a los policias que nos siguen, gritamos "éstas son nuestras armas".

No sé que ocurré detras, pero oigo algo así como "¡que cargan eh!", y empezamos a correr atropelladamente. Algunos nos vmaos a la acera, donde nos sentimos más seguros. De nuevo no ha pasado nada. Seguimos por Sol con nuestros ya típicos cánticos "A-anti-anticapitalista". En el centro de la capital nos obseva la gente y, al pasar junto a un grupo de obreros, aumentamos el volúmen de nuestras voces. Ellos nos reciben con sonrisas de complicidad y algún que otro aplauso.

Mi grupo, el que va encabeza, ahora ya va demasiado en cabeza. Nos detenemos para esperar al resto y reconstruir el bloque. Atravesamos Preciados, como ejército victorioso que entra en su feudo. La gente nos mira. Alguien ve que al final de la calle nos espera más policía, por lo que nos metemos hacia una calle colindante. Otro, al mirar hacia atrñas, exclama- ¡joder, cuántos somos!-. La euforia se extiende y otro anónimo dice agitado- ¡a Gran Vía!-. Dicho y hecho. Al grito de "¡unión, acción, autogestión!, llegamos a nuestro sigueinte destino. Y cortamos la Gran Vía.

Cuando aparecen los de azuón volvemos a correr. En esos momentos sientes como si supieras que un chico mayor y más grande que tú te está esperando a la salida del colegio. Escapamos en repetidas ocasiones por distintas calles que cortan a la principal. En una de estas escapadas veo de lejos a las fuerzas del orden poner orden con los instrumentos con los que les dotamos los contribuyentes. Un grupo de unos 6 nos metemos en el metro. Hasta aquí hemos podido llegar, el resto (ya menos numerosos) han sido cercados y golpeados en la calle San Bernardo. El saldo: tres detenidos.

Por poco- me dice un chico sofocado que está sentado en un banco del metro. Intercambiamos brevemente impresiones de lo ocurrido. Tenemos que aprender de Grecia- me dice. Nos queda mucho- contesto.

Ya en el autobús, relajado (a mí la 521 me relaja, me permite evadirme), reflexiono sobre la jornada de tres horas de manifestación. Me acuerdo que uno de los que contribuyeron a extender la marcha era el chico del tren de ida. Para nada acerté con el perfil. Ya me sobresaltó su voz al oirle coger el teléfono en la Renfe. Horas después, me volvió a sorprender cuando, con cara de ir muy en serio y de estar dispuesto a todo, gritó- ¡somos más!, ¡el pueblo unido jamás será vencido! He de reconocer que verme rodeado de gente tan consciente, tan de acción, me sentí algo inquieto.

Continuando con mi reflexión en la 521, pienso que la manifestación ha sido un éxito. El ambiente superó con creces las anteriores. Quizás algo de menos alfuencia que en la última, no sé. La paradoja es que ahora, es posible que la cobertura mediática que se nos da sea mayor, sin embargo, las jornadas de movilización son boicoteadas con mayor dureza. Muchos se enteran de que ha habido una huelga cuando encienden la televisión ese mismo día. Otros, quizas sí lo sabían, y quizás sean una mayoría quienes rechazan el EEES, pero no basta con estar en contra, también tiene que parecerlo.

Con todo, una vez más, fueron los menos quienes reivindicaron los derechos de los más, y por ello, algunos fueron golpeados por las negras porras de la democracia.

domingo, 15 de febrero de 2009

Sobre Chávez. Carta abierta a El País

El presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez, presenta hoy a referendo una enmienda a la Constitución de la República para acabar con la normativa actual que limita la reelección de los cargos de alcalde, gobernador y presidente a dos legislaturas y a tres la de los parlamentarios de cada estado y nacionales. A pesar de la afirmación del periódico El País, del 15 de febrero, de que Chávez pretende "reformar la ley para perpetuarse en el poder", lo que en realidad se propone es que los cargos antes citados puedan postularse como candidatos en unas elecciones tantas veces quieran, siendo únicamente los ciudadanos quienes decidan si el candidato seguirá o no gobernando.

Resulta algo contradictorio que este periódico critique la iniciativa de enmienda a la limitación de las reelecciones aprobada por la Asamblea Nacional y refrendada por más de seis millones de firmas de los venezolanos, cuando en España, al igual que en otros 16 países de la Unión Europea, no existe tal limitación, y sobre todo sorprende porque quienes más se han valido de esa libertad para "perpetuarse en el poder" (como dice El País) han sido precisamente líderes del PSOE, partido con el que ese periódico mantiene algo más que afinidad política. Véanse los casos de Manuel Chaves, en Andalucía, que lleva en el cargo desde 1990, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, presidente de Extremadura desde 1983 hasta 2007, o Felipe González, presidente del gobierno de España entre los años 1982 y 1996, quien, por cierto, no se retiró voluntariamente, sino que hubo de perder las elecciones para retirarse ¿Por qué El País nunca ha tratado a estos señores con la misma hostilidad que emplea con el presidente de Venezuela?

Por otro lado, el señor Moisés Naím, en su artículo titulado Preguntas venezolanas, se pregunta si Venezuela es una democracia, y él mismo responde: "Sí, si por democracia se entienden elecciones en las cuales el Gobierno hace uso indiscriminado y abusivo de los recursos públicos para influir en los resultados. O si por democracia se entiende un sistema en el cual, al perder el año pasado un referéndum sobre la posibilidad de ser reelegido indefinidamente el presidente, Chávez anunció que lo volvería a repetir "tantas veces como sea necesario". O un sistema donde el presidente controla directamente el Parlamento, el Tribunal Supremo, el árbitro electoral, las fuerzas armadas, el banco central y la industria que es la principal generadora de divisas del país".

En primer lugar, el referendo que Chávez perdió el año pasado no trataba de manera exclusiva-como el autor da a entender- sobre la posibilidad de ser reelegido indefinidamente. Era una consulta a la ciudadanía sobre una reforma constitucional que afectaba a 68 artículos, aparte del referente a la reelección, y que, al contrario que esta vez, no proponía la posiblidad de reelección de los otros cargos. En este sentido y, siguiendo la misma línea argumentativa sobre los plebiscitos, resulta extaño que ni el autor ni El País hagan referencia al carácter antidemocrático del referendo"NO vinculante"para la construcción de una Constitución europea.

En segundo lugar, el señor Moisés Naím cuestiona el carácter democrático del presidente por hacer un uso"indiscriminado y abusivo" los recursos públicos para influir en el resultado de las elecciones. Quizá a usted le parezca más democrático que los dos grandes partidos españoles, PSOE y PP- que se alternan el poder gracias a una ley electoral que hace que un diputado les cueste 65000 votos mientras que a IU le cuesta casi 500000- utilicen además el dinero de los bancos para realizar sus campañas, creándose así una situación de sumisión de los partidos políticos a las entidades bancarias, ¿o a caso cree el autor que PSOE y PP se atreverán a morder la mano que les da de comer? ¿ y qué me dicen de la manipulación a la que los sucesivos gobiernos españoles han sometido a la audiencia mediante su control de la televisión pública?

Otra de sus críticas a la democracia de Venezuela se basa en una supuesta concentración de poder por parte del presidente. Bien, es cierto que el control del Estado por una élite (entendamos por "élite"el ejecutivo de gobierno, pues es infantil pensar que el propio Chávez se va a hacer cargo de la totalidad de las tareas) siempre llevará consigo la tendencia hacia un poder despótico, pero, ¿no es más demcrático que sea una élite elegida en las urnas y que tenga ciertos valores "socialistas" quien gobierne a que sean grandes compañías privadas, jueces politizados o un ejército independiente de los valores constitucionales quienes determinen los designios del país? Quizá los señores de El País preferirían que la industria venezolana estuviera controlada exclusivamente por alguna multinacional española, que el Banco Central de Venezuela, en su legítima independencia, pidiera abaratar el despido, como ha hecho aquí el Banco de España, o que las fuerzas armadas de la República Bolivariana gozaran de una indepencia y una moral tan particular como tuvo en su día el ejército español, cuando, una buena parte de sus integrantes intentó dar un golpe de Estado, allá por el año 81.

Respecto a la noticia titulada de manera sensacionalista Chávez quiere volver a ser Chávez, sería conveniente hacer una revisión, pues, el sesgo en la aportación de datos y en la afirmación de determinadas cosas es más que evidente. Empecemos por el primer párrafo, donde se narra de manera novelesca cómo un reportero recibe una llamada de Hugo Chávez al móvil que se había comprado el día anterior ("Te habla Hugo Chávez", son las primeras palabras que escucha atónito el reportero). Nuestro reportero amigo se pregunta cómo ha conseguido Chávez su número de celular, adquirido tan sólo unas horas antes. Un poco má abajo, después de que haya transmitido al lector una sensación de Estado policial, nos reconoce el corresponsal que tan sólo era una gravación que escucharán los usuarios de la compañía nacionalizada Movilet. Curiosa manera de cuestionar las estrategias electorales del presidente, y más si tenemos en cuenta que toda innovación en este campo llevada a cabo en Estados Unidos, para El País es un ejemplo más de la avanzada democracia del país norteño.

El autor de la noticia, Pablo Ordaz, continúa aportando una serie de datos como que "en algunos lugares de Venezuela no llega nunca el agua o la leche", "la inflación es del 31% y del 41% en los alimentos", "la inseguridad aumenta a un ritmo vertiginoso" o que "el sicariato es ya un problema latente en Venezuela". Son datos objetivos, dirán los señores de El País y la oposición reaccionaria de Venezuela. Y no dudo que lo sean en su mayoría, pero, aportar datos descontextualizados con la clara intención de degradar la imagen de un gobierno, cuando Venezuela, ahora y siempre, al igual que todo país latinoamericano, ha tenido este tipo de carencias y cuando, además, en el período de gobierno de Chávez ha habido una innegable mejora de las condiciones sociales de la clase trabajadora, supone una manipulación descarada. De la misa manera que abordar el tema de la nueva izquierda emergente en Latinoamérica únicamente con articulistas reaccionarios como Vargas LLosa o Rosa Montero evidencia el poco estima que El País tiene por la ética periodística.

He aquí una serie de datos que El País ha olvidado en el número de hoy: en 10 años Venezuela ha pasado de ser unos de los países más desiguales del continente a ser el menos desigual; la pobreza bajó en los años de Chávez del 51% de la población al 28,5-25%; la pobreza extrema bajó del 25% al 8,5-7%; por su parte, el paro descendió del 11% al 7,4%; el 14% del gasto público se destina a gasto social. Todos ellos son datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) oganismo que depende de la ONU.

Somos muchos los que no entendemos la campaña de acoso y derribo contra el gobierno de Venezuela (y el de Bolivia, Ecuador, Cuba, Nicaragua... ) perpetrada por el diario español. Es posible que tengan algo que ver las inversiones que la empresa propietaria de El País, PRISA, mantiene en el sur del continente americano, de las cuales podemos destacar las inversiones cruzadas con el grupo Cisneros, el mayor grupo mediático del país. Además, la cadena televisiva de dicho grupo, Venevisión, es una de las banderas de la oposición , especialmente desde que se la implica en el golpe de Estado que quiso derrocara Chávez en abril de 2002. Es destacable también que empresas como REPSOL-YPF, susceptibles de tener controversias con los nuevos gobiernos izquierdistas, sean para El País una fuente de ingresos millonarios por publicidad. Podemos hablar también de Telefónica, compañía líder en América Latina, que es uno de los grandes accionistas de Sogecable, grupo televisivo controlado por PRISA.

La falta de rigor informativo de El País, sus intereses sectarios y su línea editorial de marcado corte derechista me obligan a defender a un líder reformista y patriotero como es Hugo Chávez. Este señor, su Partido Socialista Unido de Venezuela, su "Revolución Bolivariana" y sus homólogos en otros países no son para mí más que los actores de la construcción de un socialismo reformista, institucional, colaboracionista, nacionalista, cristiano, y dirigido, en el caso de Venezuela y Ecuador, por unos líderes que torpedean el proceso con su anquilosamiento en el sistema institucional y su paternalismo grosero. Con todo, gracias a estos gobiernos, los diferentes pueblos de Latinamérica han empezado a emanciparse tímidamente del poder neoliberal y de la dependiencia del capital monopolista extrajero que los ha estado somentiendo a miseria, corrupción, violencia y privación sistemática de los bienes y servicios más esenciales, en beneficio de las compañías privadas y los gobiernos títeres del sur del continente.

Sé que un periódico como El País, que pertenece a un gran grupo empresarial y que vive de los ingresos publicitarios de empresas, entidades bancarias y demás instituciones que a su vez sobreviven únicamente por la permanencia del sistema capitalista, nunca podrá tratar la información de manera rigurosa, tal como lo requiere la profesión periodística. Sin embargo, les aconsejo que cuiden algunas de sus publicaciones, que guarden su retórica ordinaria y disimulen mínimamente su carácter conservador y retrógrado, y se lo aconsejo porque, no sé si saben que una buena parte de su público objetivo (con ustedes hay que hablar en términos empresariales) está formado por gente progresista que, sin ser grandes enemigos del sistema, aborrecen los ramalazos ultraderechista que cada vez más a menudo a ustedes se les escapan. Hagan caso a esta recomendación que un humilde estudiante de segundo de periodismo (sí, mi interés por todo tipo de prensa es el motivo por el que leo su periódico), les hace, háganlo, aunque sólo sea por esa parte de su público objetivo progresista que, inexplicablemente, les sigue leyendo.

jueves, 12 de febrero de 2009

god save the Juancar

Todos los años, en febrero, a medida que se acerca el día 23 los medios de comunicación se encargan de rememorar el fallido golpe de Estado perpetrado ese mismo día por algunas fuerzas del ejército. Este año no ha sido una excepción, sin embargo, la cobertura informativa ha empezado más pronto que otros años y de manera más intensa, al menos por parte de Televisión Española (TVE). También he notado que, en esta ocasión, el interés en aprovechar la fecha para reforzar la figura del rey de manera oportunista ha sido más descarada.

De esto se ha tenido que dar cuenta quien haya seguido con mayor o menor interés la programación de TVE estos últimos días. Por ejemplo, podemos hablar de la miniserie de dos capítulos a la que han dado el clarificador título de El día más difícil del rey, la cual nos ha ofrecido a un monarca con unas cualidades extraordinarias, heroico, salvador, tan sólo comparable a Barack Obama. La miniserie tiene la osadía de contarnos aquello que sólo un reducido número de hombres sabe: lo que ocurrió en la Casa Real en aquellas horas, el papel que en realidad jugó el rey, sus verdaderas intenciones, sus relaciones con los golpistas. Parece ser que los señores de TVE tienen muy claros todos estos aspectos, por la recreación que han hecho se ve que no tienen duda de que el rey salvó la "democracia" y que es a él (o quizá debería decir Él) a quien debemos nuestras actuales "libertades".

La miniserie histórica, que bien podían haber titulado "Oda al rey", fue más que nada una comedia de mal gusto. Si bien , no ha sido el único programa digno de mencionar. Una vez terminado el primer capítulo de esta comedia de ficción, TVE emitió el habitual debate nocturno de 59 segundos, que fue justo el tiempo que tardé en aborrecer el programa. En la edición del martes dejaron un espacio al fianal para tratar el tema del golpe de Estado, y para ello invitaron a Fraga, Manuel Marín (expresidente del Congreso), felipe Acaraz (PCE e IU), un señor de Eusko Alkartasuna, el periodista Fernando Ónega y una mujer, también periodista (no sé si me dejo a alguien). Pues bien, el programa consistió en repetirnos con diferentes palabras y desde diferentes bocas todo lo que le debemos al rey y lo bien que vivimos ahora. Únicamente, el nacionalista vasco y Felipe Alcaraz discreparon del papel que jugó el monarca ese día y se preguntaron por qué tardó tantas horas en salir por televisión para dar el esperado discurso. Esto les valió para que el resto de los contertulios, a quienes se les llenaba la boca al hablar de la democracia y de la libertad, replicaran, de manera déspota y fascista, que la historia es como se cuenta, que el rey nos salvó, que es así y que quien discrepa lo que quiere es inventarse fantasmas.

Así, mediante un acoso mediático e institucional, el gobierno y los medios llevan a cabo una campaña agresiva para perpetuar la historia oficial de la transición, del golpe y de estos años de partidocracia monárquica y capitalista. Bajo esos entrañables programas que "recrean" nuestro pasado más reciente, se esconde la verdadera intención del Estado actual de borrar todo ápice de debate histórico, de crítica o de discrepancia. Mediante ligeros y amenos formatos pseudo-periodístico-televisivos envía su propaganda el sistema. Pretenden dar veracidad a una serie de hechos históricos bombardeándonos de manera continua con la misma versión estructurada.

La verdad que, viendo la desesperación con la que se defiende a la monarquía últimamente, empiezo a pensar que realmente tiene los días contados y, lejos de lograr su objetivo, hacen más evidente la agonía de una institución que al caer va a dejar tambaleándose al resto de la estructura a la que siempre ha ido ligada. En mi opinión, es probable que cuando caiga el decrépito que ostenta la jefatura del Estado caerá con él la misma monarqía, pues, como se suele decir, en España no hay monárquicos, sino juancarlistas. De la misa manera, pienso que quedará bastante desestabilizado el resto de la estructura política, ya que, tras la dictadura fascista, lo que se construyó formó parte de un todo. Es decir, que, cuando caigan los borbones, lo lógico sería que el resto del régimen que se edificó tras la muerte del tirano empiece también a descomponerse. Monarquía, Constitución, bipartidismo, sistema autonómico, acuerdos con la Iglesia, sindicatos institucionalizados, etc. serán estructuras arcaicas que habrán perdido su ser.

Los tambaleos a los que se verá cada más envuelta la monarquía, junto con la crisis económica que, esperemos siga dejando en evidencia la naturaleza criminal del capitalismo, lejos de inquietarnos, deben ser vistos como una oportunidad, como un potencial conflicto que genere debate. El simple hecho de empezar a cuestionar las cosas nos posicionará ante esa lejana utopía que llamamos democracia.

miércoles, 21 de enero de 2009

Locura transitoria

EL día 20 de enero de 2009, Barack Obama tomó posesión de su cargo de presidente de los Estados Unidos de Norteamérica. Este acontecimiento, o más bien, la aparición de este hombre negro en la escena pública, ha llevado al mundo entero a una situación de éxtasis, a una euforia descontrolada por los grandes cambios que vendrán bajo el brazo de este hombre, según predican los medios de comunicación. En los inicios de este proceso de ilusión colectiva, tan sólo los medios y los partidos políticos de corte menos reaccionario apostaban abiertamente por Obama. Por su parte, la derecha oficial se mostraba reticente ante la posibilidad de que un hombre negro, joven y del partido Demócrata pudiese optar a la presidencia americana.

Con el paso del tiempo, el protagonismo de este hombre fue creciendo a la par que las ambiguas connotaciones de cambio que le acompañaban. Cuando su victoria se convirtió en una obviedad, todos los medios de comunicación del sistema, todos los gobiernos del mundo y, lo que es más relevante, la inmensa mayoría de la ciudadanía internacional estaban del lado de este joven político. Podemos decir, sin riesgo a caer en la exageración, que en estos últimos meses ha nacido un nuevo movimiento: el movimiento Obama.

Sin embargo, ese gran cambio que, además de ser la autoseña de identidad de Obama y de haber sido asumido ciegamente por todos, está exento de la más mínima concreción, y por ende, de la más mínima credibilidad. En este tiempo nos han bombardeado desde los medios con la idea de que Obama iba a marcar un antes y un después, y sin embargo, no han sido capaces de transmitirnos la serie de políticas concretas, de puntos programáticos que haría que toda esta broma mediática tuviera cierta credibilidad. Obama es sólo marketing, una imagen, una marca, un nuevo mercado para las empresas del entretenimioento y la comunicación. Y si no, ¿cómo se explica que, despues de meses anunciando el gran cambio digan los "expertos" que lo único que no está muy claro del nuevo héroe internacional es su ideología? Esto es cierto, ocurrió en noticias Cuatro. Comentarios de este tipo parecen más bien una tomadura de pelo. Si no conocemos ni su ideología ni su programa, ¿en qué nos estamos basando para decir que Obama va marcar un antes y un después?, ¿cuáles son las razones que justifican esa enorme ilusión mediatizada?

Gracias a este fenómeno se ven situaciones bastante curiosas, como el hecho de que, los que en un principio cuestionaron al nuevo presidente de EE UU, ahora, al ver que no pueden ir contra viento y marea, cambien su estrategia y se dediquen a acercar la ambigua imagen de Obama a sus propios ideales. Ya no cuestionamos a Obama, sino que hacemos interpretaciones interesadas de su discurso para conciliarlo con el nuestro. Esto es lo que ocurre cuando emerge un nuevo líder carismático e indiscutible con el que, al menos en el corto o medio plazo, no podremos enfrentarnos.

Los que piensen que el nuevo presidente electo va a suponer una ruptura con la tradicional política de EE UU se equivocan de plano. En primer lugar, porque el nuevo líder carece de los valores progresistas que algunos han querido ver en él. Y en segundo lugar, porque, aunque fuese el más ferviente defensor del socialismo, no podría luchar contra toda una estructura, contra todo un sistema, pues, en la inmensa mayoría de los países no son los gobiernos electos quienes detentan las mayores cotas de poder, sino los poderes empresariales, la banca y otros múltiples grupos de presión (véase el lobby israelí, por poner un ejemplo). Quiero decir que el problema de EE UU (y de cualquier otra democracia liberal-burguesa) no reside en políticos incompetentes, sino en el modo de producción capitalista con su subcultura y con las estructuras reaccionarias que lo sustentan. Claro que son importantes los gobiernos, pero su papel se reduce a la gestión dentro de un sistema que aceptan por dogma y al que protegen con las leyes que fabrican. Es decir, que los gobiernos tienen todo el poder para mantener el sistema vigente, pero ninguno para cambiarlo. En este sentido, supone un gran acto de fe pensar que Obama va a cambiar la tradicional política exterior imperialista de EE UU, ya que, si, como decimos, el poder real está en manos de transnacionales y grupos de presión, el giro en esta política se presenta bastante improbable, y más teniendo en cuenta los cuantiosos beneficios que recibe el poder económico del mercado de la guerra. A modo de ejemplo podemos destacar a Blackwater, una empresa militar privada integrada por mercenarios, o todas aquellas empresas implicadas en la reconstrucción del país que los propios EE UU acaban de arrasar, o esas otras que se introducen en los campementos miltares que los marines montan en los países que invaden, véase Pizza Hut o Burger King.

En el caso que nos ataña ahora, las razones de esta sinrazón son claras: la euforia colectiva es un fiel reflejo de la crisis global del sistema, y no me refiero sólo a la crisis económica-financiera, también hablo de la crisis alimetaria, energética, institucional, democrática, medioambiental, filosófica, etc. La ingenua esperanza en la capacidad salvadora del nuevo líder carismático es consecuencia de una creciente desesperación generalizada, lo cual me recuerda a los fascismos de los años 30, que tenían una estética similar a la que rodea hoy a Obama y que surgieron debido a profundas crisis, pues fueron entendidos (o más bien, buscados desesperadamente) como salida de las mismas.

A todos aquellos que han caído en las redes de la basura mediática que intenta perpetuar el sistema cambiándolo de cara, les recomiendo que lean el discurso del señor Obama. O mejor, que empiecen por ver la portada de Público, del día 21 de enero, en la que aparece la mano del cambio jurando sobre una biblia, lo cual ya nos dice bastante de la pantomima que estamos viviendo. Con todo, el discurso no tiene desperdicio. En él podemos encontrar referencias a la "guerra" de EE UU con el mundo malo; continuas citas a dios, evidenciando el Estado semiteológico en el que viven; reivindicaciones del sistema de mercado (que "crea riqueza y libertad"), con tan sólo una tímida critica a "la codicia de unos pocos" cuando habla de la necesidad de un "ojo supervisor"; equiparaciones del fascismo y el comunismo, etc.

Éstas son las perlas de un hombre que defiende sin complejos la economía de libre mercado, la misma que nos ha llevado a la actual crisis de civilización; un hombre que no tiene ningún interés en universalizar la sanidad pública, sino en abaratar la privada; un hombre que defiende la intervención del Estado en la economía sólo cuando se trata de salvar los negocios de la burguesía con el dinero de los contribuyentes para después volver al dogma liberal y negar esa intervención en beneficio de los trabajadores, dotándolos de una mayor cobertura social; el mismo que pronuncia continuas exaltaciones a la patria, propias de una nación que se cree el centro del mundo, una nación que, más que joven, como dicen algunos, es parbularia, infantil, simplona; una nación que para confiar en sus líderes necesita conocer a sus hijos, a sus mujeres y verlos bailar y quererse como buenos cristianos, sencillos, familiares y, por supuesto, muy muy americanos.

Así que, despierten cuanto antes los que aún andan recreándose en esta locura transitoria. Abran los ojos, maduren y acéptenlo: Obama no existe; son los padres.