jueves, 26 de marzo de 2009

Ministros de dios, opresores del pueblo

La iglesia católica ha vuelto al ataque con las mismas consignas reaccionarias de siempre. Estos últimos días hemos podido observar por nuestras ciudades los grandes carteles con los que las élites del catolicismo español están materializando su última cruzada. En dichos carteles aparce un lince con las letras de PROTEGIDO (por cierto, la especie que han elegido carece de tal protección) y junto a él, un bebé que pregunta ¿Y YO?

Supongo que con este derroche de demagogia pretenden deslegitimar prácticas democráticas como el aborto y la selección de embriones. Al margen de esta provocación de los clérigos españoles, el papa, nazinger, por su parte, también se ha dejado ver (y lo que es peor, oir), esta vez en África. Allí, donde se encuentran dos terceras partes de los 33 millones de personas infectadas con el virus del sida en el mundo, este individuo ha afirmado que la distribución del preservativo, lejos de solucionar el problema del sida, lo agrava.

Que los católicos critiquen el uso de los anticonceptivos alegando razones morales me parece una desverguenza, pues hay que tener falta de sensibilidad humana para predicar una moral que prohibe no sólo el mero placer sexual, sino también la protección de las personas ante posibles enfermedades. Sin embargo, esto es algo a lo ya que estamos acostumbrados , y por ello no hacemos demasiado caso. Ahora bien, que el líder internacional de estos católicos cuestione el preservativo por razones técnicas roza la locura, ¿cómo puede negar algo que está científicamente probado?

Si hubiera dicho esto en España, por ejemplo, se entendería como una simple tomadura de pelo. Pero el problema es que lo ha dicho en África, el lugar del mundo más afectado por el problema del sida. Un lugar donde la población no tiene el mismo conocimeinto que los españoles (por ejemplo) sobre esta enfermedad y los métodos para su prevención. Una población más ignorante en este aspecto y , por consiguiente, más desprotegida.

Por ello, desgraciadamente, sus palabras tendrán allí mayor acogida que en otro lugar del mundo. Ante esta situación, necesáriamente el papa se convierte en uno de los responsbles directos de los próximos contagios de sida por transmisión sexual en África. Necesáriamente, el pontífice tendrá las manos manchadas de sangre, y sus colegas españoles se verán obligados a cambiar el cartel del lince y el bebé por otro en el que salga un embrión con el cartel de PROTEGIDO, junto a un niño negro que se pregunta ¿ Y YO?

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