sábado, 3 de diciembre de 2011

Hacia lo alternativo

Amaral es un grupo musical que siempre ha nadado entre dos mares: el del pop-rock alternativo y el de la comercialidad de las radiofórmulas. Con este disco, Eva y Juan inclinan la balanza claramente hacia el primero. Puede decirse, incluso, que hacen una purga con su público, siempre caracterizado por la heterogeneidad. Quienes busquen en este disco grandes hits comerciales o estribillos pegadizos se llevarán probablemente una decepción.

Ya se advertía en su anterior trabajo -Gato negro, dragón rojo- mayor refinamiento y madurez en algunas de las composiciones, aunque otras tantas mantenían ese carácter que las hace parecer hechas para sonar en radio y galas televisivas. Con Hacia lo salvaje esto no sucede; prácticamente no hay ninguna canción de la que se pueda extraer un estribillo fácil. El sonido es más rockero; las guitarras eléctricas, sin salirse del género estrictamente Amaral, cobran un protagonismo hasta ahora inédito; las letras, serias, sin frivolidades; el tono del álbum, sobrio, ayudado por un compendio letras-música bastante coordinado en lo que ha transmisión de sensaciones se refiere; la voz de Eva, poderosa.

Si se repasan los temas, puede comprobarse que este nuevo sonido, más potente, quizás algo más duro, no ha llevado consigo un aumento de velocidad en los ritmos; es más, abundan los medios tiempos y las canciones lentas. Por tanto, no es a la velocidad a lo que nos referimos cuando decimos que Amaral ha presentado un disco más rockero, sino al sonido en su sentido más estricto.

Así las cosas, vale la pena hacer unos breves apuntes sobre algunas de las canciones.

Del primer corte, Hacia lo salvaje, se puede destacar el poderío de la voz de Eva y el dinamismo sonoro del estribillo. Otras remarcables son Si las calles pudieran hablar (con una letra desgarradora), Riazor, Ruleta rusa, Robin Hood y la que puede considerarse joya de la corona: Antártida, que presenta una potencia y un dinamismo tremendos durante los más de cuatro minutos que dura, lo que probablemente pueda verse con una dimensión aún mayor en el directo.

Existe una edición que acompaña el disco con otro en acústico. La verdad es que resulta siempre interesante escuchar las canciones en este formato, sobre todo porque se muestran más íntimas y se aprecia la composición con toda su crudeza, pero esta vez, el disco es tan sumamente bueno que, en la mayoría de los casos, la versión acústica pierde respecto a la eléctrica. Ocurre así con Antártida. Ya he dicho que es la joya de la corona, pero quiero decirlo otra vez. Escúchenla. Escuchen el disco entero; en una sociedad mediocre no es fácil encontrar espacios de genialidad como el que nos ofrece el dúo zaragozano.

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