domingo, 28 de diciembre de 2008

Crónica de la vuelta de SKA-P

Salimos del coche, avanzamos unos metros y allá a los vemos lejos aquel recinto que por esa noche iba a convertirse en el templo del ska y el punk: la Cubierta de Leganés. Ya en los aledaños se escuchan los primeros acordes, deben de ser los teloneros. Seguimos adelante y nos ponemos a la cola. Sí, esta vez había cola, uno detrás de otro; parece que tres años después, los seguidores de SKA-P hemos madurado.

Sin embargo, algunas cosas nunca cambian: litronas, cartones de vino, cristales, suelo pegaso y porros adornan el panorama. La gente, la misma, menos punkis quizás. Sí, esta vez abundan más los rojos de pelo alborotado y pañuelo palestino. Aquí ninguno vestimos de gala, el más guapo, yo. La cola avanza rápido, por lo que unos cuantos que estan tirados en el césped abandonan su momento de recreo y se unen a la gran fila que rodea media plaza.

Llegamos a la puerta, sacamos nuestra bonita entrada y se la ofrecemos al señor de seguridad. Pasa de la entrada y comienza a meternos mano. La seguridad del recinto se ha debido de tomar demasiado en serio aquello de sí señor, sí señor, somos la revolución, pero no es para tanto, los seguidores de SKA-P no somos peligrosos. Cuando el señor se asegura de que nos hemos dejado las navajas y las litronas fuera, nos deja pasar.

Una vez dentro, subimos por el tendido de la izquierda, no podía ser de otra manera. Mala suerte, no hay sitio, volvemos a bajar y accedemos por el tendido derecho, creo que el número 9, no sé. Ahora sí, dos sitios para nosotros, aquí que nos quedamos. Quedan dos horas y tan sólo un cuarto de la entrada queda por llenarse. Los primeros teloneros, Salida Nula, ya están tocando. Para que no se duerma la gente durante la espera, el cantante corea eso de un vote, dos votes, fascista el que no vote. Veo cómo todo el ruedo salta acompañado de la mayoría de la grada. La plaza tiembla, esto se cae, por un momento siento miedo. Ah, ya no, no se ha caído.

Ahora los ritmos de ska de Salida Nula se intensifican y se hacen más dinámicos, el público del ruedo comienza a ¿bailar? al ritmo de la música, chocan unos con otros, desde arriba se observan diversos corrimientos de masas hacia un lado y otro. En ese momento agradezco a mi acompañante que me pusiera la condición de ver el concierto en la grada. Respiro aliviado.

Un rato más tarde aparecen en escena 6cafés. Un grupo peculiar, van todos con la misma ropa negra y naranja, recuerdan a esos hombres y mujeres que hacen promociones de cualquier cosa en cualquier lugar. Su música es más aburrida, la espera se empieza a hacer larga. La gente sigue entrando, en la fila de delante tres personajes con la misma camiseta negra y roja del Rayo Vallekano: Bujía, Mamen y otro. Bujía reparte los porros .

A mi derecha tres niñas, unos15 años. De esas pijiprogres de acento ambiguo y zapatillas Converse. Una de ellas, la que está más lejos de mí, gordita, es la que sabe más de todo, pues se la escucha dar continuas explicaciones a sus dos amigas sobre no sé que cosas. Un rato antes del comienzo, señala una de las grandes lonas en las que aparece el gato López con un boomeran y cuenta en voz alta que "la portada del nuevo disco no representa sólo a un gato bailando ska, sino que hay que fijarse en el boomerán que porta, el cual representa el regreso de SKA-P, pues los boomeranes siempre vuelven". Yo se lo cuento a mi acompañate. Me dice que le dé las gracias, no lo hago, me da verguenza, no la conozco.

El concierto debía haber empezado ya, el nerviosismo se apodera de la plaza: En ese momento sale al escenario un señor para contarnos que el retraso se debe al cambio de escenario y a que ha habido un problema con las vayas antiabalancha y que por favor los del ruedo se echen para detrás porque están aplastando a las primeras filas. La gente responde con silbidos. Yo no sé silvar. La situación es un poco tensa, en el ruedo se empujan unos a otros, parece que se sucedieran continuas mareas humanas, algo así como cuando caen una tras otras las fichas de dominó. Desde mi posición se observa cómo los de las primeras filas del ruedo indican con gestos a los de detrás que reculen.

El problema no se arregla y algunos se ponen nerviosos. Sin embargo, hay un lateral en la grada donde cabe más gente, pero no se trata sólo de una mala distribución; en la plaza sobra gente. El hombre del micrófono no es capaz de solucionarlo. Nos damos cuenta que la situación es un tanto problemática cuando sale uno de los músicos a pedir a la gente que por favor se echen para detrás. Tímidos aplausos.

El lateral menos poblado comienza a llenarse, pero no precisamente por la emigración de gente del ruedo, eran personas de fuera que quedaban por entrar. De repente me doy cuenta que sobre la grada vuelan varios preservativos llenos de aire, de esos que todo el mundo intenta golpear y sólo unos pocos lo consiguen (por supuesto, ese alguien nunca eres tú). Pues yo lo conseguí dos veces; la noche prometía.

A las once, una hora más tarde de que tuviese que haber empezado el recital, la luz de la plaza se hace más tenue y todos gritamos. Esto ocurre tres veces más, hasta que la plaza se queda a oscuras. En ese instante suena una introducción musical por cuya melodía ya puedes hacerte una idea de la canción con la que van a empezar (he de decir que yo la tenía clara bastante antes): ni fu ni fa, del último trabajo. Una ola de satisfacción se apodera de mí por haber adivinado el comienzo, pero sobretodo, porque la niña que sabía lo del boomerán falló sus previsiones: "van a empezar con planeta eskoria", JA!

Los ritmos de ska hacen que los asistentes se agiten como poseídos. Lo del ruedo es impresionante, esa gente no puede ser de este mundo. Termina la canción y sin dejar de sonar unos rasgueos de guitarra distorsionados Pulpul saluda a un público que ha entrado en estado de éxtasis. Fui a nacer donde no hay nada, tras esa línea que separa el bien del mal, mi tierra se llama miseria y no conozco la palabra libertad; al sonar niño soldado la plaza se viene abajo, y yo grito mucho. No sé si acto seguido prosiguen con mestizaje, y yo grito más.

Gritaré que ardan las banderas, por la fraternidad, que caiga el patriotismo y la hostilidad racial, cultura popular! No sé si mañana tendré voz. El comienzo es de lo más intenso. Cuando cantan Romero el madero, Pulpul dedica unas palabras para Alexandros, el joven de 15 años asesinado por la policía giega.

Pulpul habla de la Revolución Bolivariana, "toda la gente de izquierdas debe apoyarla", dice. En fin, no tengo yo muy claro que lo de Chávez sea una revolución, un hombre que reniega del marxismo-leninismo... Pero bueno, me acuerdo de que yo no soy un sectáreo y me pongo a cantar la de El libertador.

Se suceden una canción tras otra, la gente no ha parado de cantar ni un sólo instante. Cuando llega la de Kasposos (momento friki de la noche), todos alzamos las manos y hacemos un extraño movimiento al grito de uoooh. Al ver a toda la plaza haciendo lo mismo es cuando me doy cuenta de que SKA-P se ha convertido en un grupo de masas.

Tocan el vals del obrero y se despiden de una manera tan convincente que me hacen dudar de que vayan a salir otra vez, pero las luces no se encienden (buena señal). Efectivamente, salen otra vez para tocar como un rayo, fuego y miedo, y el gato López. Finalmente, antes de que se apaguen los últimos acordes de esta última canción, introducen otra vez el estribillo de el vals del obrero. Y el concierto termina. Vuelta a casa.



1 comentario:

Andres Sevillano dijo...

Aqui se ve tu verdadero espiritu izquierdista, porque, no solo te basta arremeter contra el capital; sino, tambien contra cualquier izquierdista que no haga lo que tu piensas (lease Chavez)