sábado, 13 de diciembre de 2008

Jovencitos liberales

A finales del pasado mes de noviembre, las Nuevas Generacones del PP de Madrid presentaron una ponencia política de claro corte ultraliberal. Las medidas políticas que propusieron en dicha ponencia fueron de un radicalismo impropio de cualquier sociedad que quiera tener las más elementales garantías democráticas.
El fanatismo liberal con el que pretenden evangelizarnos estos chicos se concreta en propuestas tales como la flexibilización del mercado laboral, la progresiva desaparición del papel del Estado como garante de los servicios públicos más básicos y la supresión del salario mínimo interprofesional.
Para ellos, negar el papel del estado como prestador de servicios y redistribuidor de riqueza supone dar rienda suelta a la libertad individual, a la iniciativa privada y a la capacidad emprendedora de las personas. Por otra parte, aseguran que abogar por la flexibilidad laboral y la abolición del salario mínimo interprofesional lleva consigo garantías de pleno empleo y reactivación de la economía.
Su razonamiento es el siguiente: si el Estado deja a las empresas que puedan despedir a sus trabajadores cuando les dé la gana, por el motivo que sea y de manera gratuíta, además de pagarles los sueldos más miserables que puedas imaginar, los empresarios se sentirán incentivados para contratar a más gente, por lo que el paro será menor, y la actividad económica más intensa.
Como podemos ver, lo que ellos llaman pleno empleo no es más que un gran ejército de precarios. Abrazar ese tipo de teorías liberales supone caer en el chantaje patronal : o me otorgas poderes absolutos a la hora de tratar con mis asalariados o te encontrarás con un paro galopante.
La pregunta es, ¿cómo acabar con este tipo de chantaje que nos da a elegir entre la precariedad y el desempleo?, ¿Cómo puede la administración pública intervenir en la economía para garantizar la cohesión social cuando existe un contrapoder que presiona para que no lo haga? La respuesta es sencilla: con más intervencionismo.
Si los capitalistas tienen la capacidad de chantajear al poder público, lo que éste debe hacer es quitársela, por ejemplo, obligando a las empresas a que sigan contratando a gente independientemente de que el capitalista tenga también la obligación por ley de pagar un salario mínimo y de respetar las garantías laborales del trabajador.
Otra manera de sortear el chantaje sería fortalecer el papel de la administración como creador de puestos de trabajo. En resumidas cuentas podemos decir que para asegurar la intervención se necesita más intervención. Entraríamos de esta manera en una espiral que nos conduce necesariamente a modelos económicos socialistas, es decir, todo lo contrario a lo que proponen estos jóvenes defensores de la dictadura patronal.

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